Las Migraciones son un fenómeno mundial:por el Padre Francesco Bortignon

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En Venezuela, probablemente alguien recuerda la migración que llegó desde Europa, hasta 1960. Desde entonces, Venezuela continuó recibiendo 4 o 5 millones de colombianos y latinoamericanos hasta 2013.

Quizás, hemos oído hablar de los migrantes de Haití, Nicaragua, Guatemala y El Salvador y del problema de la frontera México – EEUU que en los últimos años castiga a las familias indocumentadas quitándole los niños. En 2015, inició el éxodo de más de 6 millones de venezolanos hacia Colombia, Ecuador, Chile, Perú, Brasil y, en Europa, a España e Italia.

La Migraciones son un fenómeno mundial

El ACNUR (Alto Comisionado de Naciones Unidas para Refugiados) reporta, a finales de 2019, el número aproximado de 65-68 MM de refugiados, eso representa 1 de cada 110 personas en el mundo.

Pero, en estos últimos 5 años aumentó, al ritmo de 24 personas refugiadas por minuto, igual a 34.000 personas por día. Un detalle muy tiste de este fenómeno es que la mitad de esta migración forzada está compuesta por niños, niñas y adolescentes.

La tragedia de los refugiados se concentra en varios países de Asia y África: en Siria (6,5 MM de refugiados), Somalia (2,6 MM), Sudan del Sur (2,4MM), Myanmar (1,2 MM). Este fenómeno es socialmente definido como la “máxima crisis humanitaria desde la 2ª guerra mundial”.

Las raíces están en las injusticias, las corrupciones y racismo que generan guerras, terror, tremendas desigualdades sociales, pobrezas y hambre.

¡Y, a final de marzo, llegó el coronavirus 19!

Con el anuncio de la pandemia, en Colombia y en toda Latinoamérica cerraron las fronteras y las fuentes de empleo, y se cayó todo tipo de trabajo informal. Además, hasta las grandes ONG tuvieron que reducir su labor humanitaria. Así, sin ingresos y sin apoyos, los migrantes iniciaron su vía dolorosa del retorno; marcado por la tristeza: los migrantes llevan en la cara las huellas del dolor y hasta del fracaso: tantos sacrificios, la derrota y ahora el fantasma del virus.

Hay núcleos familiares divididos, hijos dejados a cargo de abuelos, migrantes hacinados en pequeños espacios, familias que pasan hambre por la escasez del trabajo informal, se agudiza la delincuencia.

En esta circunstancia tan dolorosa y compleja para todos, hay que sacar todas las mejores actitudes, de fe y de paciencia, como iglesia, como personas y como migrantes.

Es el momento de probar la calidad de nuestros líderes en organizar estrategias de soluciones eficaces. La situación económica más la pandemia deben enseñarnos otra manera de convivir y generosidad en compartir; sin tomar decisiones irresponsables que solo agravarían el peligro para toda la comunidad.

Nuestro Papa Francisco critica la “indiferencia”, hasta la falta de humanidad del mundo de hoy. Nuestra alternativa, como creyentes, es ¿la de Caín que mata al hermano Abel o la del buen Samaritano? Prófugos, refugiados, indocumentados, deportados, migrantes económicos, huyen delante de la muerte con sus varios rostros de desempleo, hambre, violencia, amenazas políticas o religiosas: la visión cristiana es una: “Yo tuve hambre, Yo era forastero” … y tú me diste amparo.

El momento exige fortaleza para aguantar donde estamos, sin desespero. Lo que nos toque hacer debemos hacerlo con humildad y dignidad; los tiempos cambiarán con el favor de Dios, y allí retomaremos camino.

 

Padre Francesco Bortignon

Misionero de San Carlos – Scalabriniano

bortignonfrancesco@hotmail.com / mls_valencia@yahoo.com

 

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