Valencia la ciudad industrial de Venezuela, con 467 años de fundación, hoy soporta una oscura
dificultad en su infraestructura pública, el embellecimiento de una ciudad, la recreación y el
esparcimiento, son partes fundamentales en la gestión de gobierno, es decir, durante el
cumplimiento de un período gubernamental, debe garantizarse que los planes de desarrollo urbano
local, sean efectivos. La consolidación de equipos y búsqueda de soluciones, son necesarios para
apuntalar con éxito un proyecto estratégico.
En función de lo planteado, actualmente se desvía la atención de los valencianos, hacia obras que,
a pesar de ser beneficiosas para las comunidades, no resuelven las verdaderas necesidades de la
ciudad. Acciones como lo son; el aporte al ornato, recuperación de espacios, creación de parques,
aunque corresponden a tareas diarias realizables, por encontrarse enmarcadas en las atribuciones
de la gerencia pública, sirven para mantener la presencia en un estado, pero carecen de mayor
trascendencia y relevancia para la productividad de los ciudadanos.
En los últimos años, las transformaciones realizadas en el diseño y ejecución del mantenimiento de
la infraestructura existente, no han sido planificadas, ni ejecutadas de manera ordenada, no se han
mejorado, ni potenciado de acuerdo a las necesidades del crecimiento natural de la población. En
este sentido, cuando llevamos a discusión pública, las obras de envergadura en la región, la balanza
se inclina notablemente, la falta de infraestructura, la carencia de mantenimiento y construcciones
inconclusas, determinantes para el desarrollo social, económico, cultural de la ciudad quedan en
segundo plano, como por ejemplo; hospitales, escuelas, nuevas vías de acceso, sistemas
ferroviarios, plantas de tratamiento de aguas residuales, potabilizadoras, instalaciones deportivas,
viviendas, entre otras.
Por lo tanto, una serie de coberturas se deben materializar dejando de un lado el proselitismo
político y la campaña propagandística que usan el subconsciente de las personas para adentrarse
en el raciocinio, cuando lo preponderante para cuestionar o tabular una función de gobierno no se
toma en cuenta. Se debe colocar directivos competentes verificando que la inversión de las obras
no se desvirtúe y siendo consecuente en garantizar el desarrollo social, preservar y mejorar el
sistema de salud, la estructura recreativa y deportiva, el sistema educativo, el aumento de la
producción, la seguridad alimentaria y ciudadana, además de promover el turismo y fuentes de
empleo.
Si bien la presencia de infraestructura por sí sola no garantiza la existencia de prosperidad, con su
estancamiento no es posible lograr un crecimiento económico y social sostenible, el mayor ejemplo,
“Metro de Valencia” la obra que conectaría toda la ciudad, generando un impacto directo pero que
hoy día continua inconclusa y afecta en el desarrollo urbano, económico y de movilidad en los
grupos más vulnerables.
Hernando Pacheco
Coordinador General Unión y Progreso Carabobo.
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