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¡REPORTAJE ESPECIAL! Miranda Sofía Villarealla la animadora que roba miradas al presentarse

infoenlace.net.ve

img_1614De día deambula como Moisés Daniel, pero al caer la noche, se transforma en Miranda Sofía Villareal: Es una animadora invicta que encarna con peluca, maquillaje y tacón, en el cuerpo de un hombre. Lo hace a pesar de los prejuicios. De la crisis. De lo difícil que puede ser adquirir una pestaña postiza o un simple labial.

La goma espuma marca la silueta de su cuerpo esbelto. El corrector cubre las ojeras de cansancio. El rimmel marca su lunar artificial, mientras que el exceso de cabello postizo la hace sentir poderosa. Los tacones, le dan 10 centímetros más de altura y finalmente los zarcillos lo convierten en toda una mujer. Eso sí, lo es, sólo cuando el reloj le indica que ya se acerca la hora de realizar su show.

Son las 12:00 de la medianoche y Miranda, ya comienza a tomar poder en el cuerpo de Moisés. La base, el polvo y algunas sombras empiezan a dibujar un nuevo rostro. Hay tiempo. Dos horas son las necesarias para resucitar cada noche, a ese personaje que en una ocasión surgió en una apuesta y que ahora,  es con el que se gana la vida.

Miranda Sofía se convierte en un punto de distracción. Es la que le coloca mute a la barra libre por 30 minutos: cesa con las ganas de consumir alcohol en aquellos que deciden asistir a la discoteca de ambiente en donde ella trabaja.

De jueves a domingo tiene que lidiar con su apatía por los locales nocturnos. Confiesa que no le gusta visitar discotecas, a pesar de trabajar en Chillout Club. “Estoy aquí porque es mi trabajo, pero personalmente no me va a ver en una discoteca rumbeando. A veces lo hago porque ya estoy aquí y también para socializar con el público”.

Moisés ya tiene cinco años personificando a la animadora de esa discoteca. “Es solo un personaje, aunque hay cosas de ella que se han quedado en mí, es inevitable”, comenta el joven de 24 años de edad, quien además posee una licenciatura en Turismo.

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Nunca pensó en dedicarse al arte de la transformación. Ya tiene cuatro años trabajando en ello. El día en que se vistió por primera vez de mujer, lo hizo en un concurso y todo fue por una apuesta: su amigo que ya participaba en un certamen  de travestis, lo desafió con que si el ganaba la competencia, él debía participar el próximo año. Así fue.  El amigo ganó y Moisés también concursó.

“Allí surgió el nombre que se le puso mi hermana menor. Dijo que se debía llamar así porque tenía que tener un nombre de miss y otro de princesa. El apellido tenía que ser uno costoso y elegí Villareal. Ella ahora es quien la que me da de comer. Miranda me da la comida, Miranda me da la plata, no me importa que la gente me vea bien o me vea mal. Si fuerteo o no. Con ella he ganado más seguridad. Yo la sigo viendo como un personaje”, lo dice sin dejar de alardear que su intérprete ahora es un boom.

“Yo siempre quise ser un artista”

Desde niño siempre supo que sería un artista. Inclusive, en varias oportunidades se lo hizo saber a su mamá. “Ella ahora dice: ‘mi hijo siempre dijo que quería ser un artista. Hasta este momento yo no sé qué clase de artista iba a ser. Él me decía que los artista no tenían brillo en el rostro y yo le compraba un polvo compacto a sus 10 o 12 años de edad’, cosa que es verdad. Yo también le decía que los artistas también tenían sus años con brillo y ella llegaba y me compraba esmaltes de uñas. Mi madre siempre me ha apoyado”, comenta antes de iniciar su transformación.

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¿Cómo enfrentas los prejuicios?

Los travestis seguimos teniendo señalizaciones. Seguimos teniendo bullying. De hecho, dentro de la misma comunidad Lgtbi hay discriminación. Un ejemplo, en la parte amorosa es difícil que un travesti tenga una relación. Tal vez de mi parte yo diría que es por mi horario, mi tiempo es muy corto. Sin embargo trato que la persona que esté a mi lado comparta conmigo en ese tiempo.

También llegan personas que le dicen a la que salen contigo: ‘¿Tú andas con esa travesti? Para eso mejor andas con una mujer, que con un hombre que se viste de mujer… son cosas que la gente aún le cuesta asimilar.

Las miradas hacia Miranda siempre están. Algunas de envidia, otras de admiración. Cuando sale a la calle, siempre las atrapa. “Es increíble, pero a veces me siento mejor cuando la gente heterosexual me observa que cuando lo hace un homosexual. Porque una persona hetero tal vez me ve y se pregunta: ‘Qué arrecho que ese chico se pueda parecer a una mujer’ o  a veces también hasta lo dudan. Y quizás un homosexual te ve y te detalla cómo estás. Ve si estás combinado o si se te sale el hilo de la ropa o el peinado no va con eso, sólo para decir: ‘¡no la das!’  o esas palabras destructivas. Me siento mejor con los heteros que con la misma gente de mi comunidad”.

La gente que ve a Moisés transformado en Miranda, lo compara con su madre cuando tenía 20 años edad. “Son idénticos”, comentan sin pensar que detrás de esa imagen hay trabajo. Hay arte. Él, cada noche, trata de perfeccionarla. Riza las pestañas. Rellena sus bubis de mentira con algo de goma espuma. Las curvas de su retaguardia también son ceñidas.  Los halagos van y vienen. Las voces de la crítica se hacen sentir. Pero a Miranda no le importa nada: sólo los aplausos que la llenan.

Al sentarse en el espejo su voz ya empieza a cambiar. La ceja derecha se mueve más de lo normal. La masculinidad titila y la delicadez sale a flote. “Trato de no verme con un transformista. Yo estudio el personaje todo los días. Yo trato de cuidar todos los detalles para que la gente vea que es una mujer la que está animando. De que el arte se respete completamente”, recalca.

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El precio de ser travesti

Una relación amorosa- tal vez- complicada, el repudio de tus familiares y el elevado costo en cosméticos que existen en un país sumergido en crisis, podría ser parte del precio que habría que pagar para caminar de día con una apariencia y de noche con otra.

“Yo siempre le digo a la gente que se trasviste, que no lo vea como un juego. Porque esto, además de ameritar mucho tiempo, se necesita mucho dinero.Uno cuando inicia en esto se obsesiona. Uno quiere sacar un look cada vez diferente. Las pestañas están en 3.000 bolívares cada una, yo utilizo 3 en cada ojo, imagínate son 9.000 bolívares, trato de administrarlas tipo como te dicen los odontólogos con los cepillos de dientes: 3 o 4 meses, eso es lo que me duran”.

La duda

La crisis económica que se ha acentuado en el país, ha llevado a que Moisés piense en la transexualidad. En cambiar su apariencia de manera definitiva. En dejar sus 4 pares de zapatos de hombre por los 24 tacones que tiene de mujer. En dejar los senos de mentira, por hormonas o siliconas que hagan unas de verdad. Sin embargo, hay algo que le hace ruido: y es la duda. La duda de ser transexual. La duda de cambiar y después no conseguir trabajo.  “No lo tengo claro, cambiar mi apariencia sería ahorrarme mucho dinero, pero me da miedo, lo he pensado”.

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¿Miedo a qué?

Miedo de que me falte el trabajo y caiga en la prostitución. Yo de hambre no me voy a morir. Además yo soy quien mantengo a mi hermana menor que estudia en la universidad. Y yo no voy a dejar que ella pase trabajo.

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Redacción: @NilRodriguez

Fotografía: Richard Tineo

 

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