Venezuela disminuida.
Poco a poco el país deja de ser noticia, y eso es malo; nada sorprende… nada pasa.
Las exageraciones del régimen y sus excentricidades cómo cambiar el nombre a las autopistas, promulgar leyes innecesarias e inservibles, hacer rimbombantes e impúdicas fiestas en plena semana de “acuartelamiento” radical o descubrir a un diputado contando billete a billete escondido en un baño sorprenden hoy a nadie.
Por el otro lado, una oposición que hasta hace poco generaba noticias, inquietudes y expectativas también ha caído en el letargo, sigue hablando de lo mismo, la solidaridad política internacional, de lo mala que es la dictadura, de las rutinarias críticas a las salvajes prácticas del régimen en el secuestro y persecución, etc.
La gente protesta en toda Venezuela por la falta de servicios y ya, también es parte de la rutina.
Hemos llegado a perder la capacidad de asombro y esto nos está llevando a la aceptación.
Un régimen que cada vez aprieta más al venezolano en sus condiciones de vida a una oposición gris e inefectiva.
Pero también, de una ciudadanía resignada y cada día más dócil.
La dictadura nos puso a pensar en cómo solucionar nuestros problemas inmediatos y con ello logró que no nos ocupemos en salir de ella, siendo el origen de todas nuestras necesidades.
Se levanta el país en protestas, pero cada uno por su lado.
Venezuela ya no es noticia que sorprenda y genere interés. Lo que pasará mañana ya pasó parecido anteayer y sabemos que sucederá algo similar pasado mañana.
Nos estamos acostumbrando, lo que en cualquier lugar, cómo lo fue aquí alguna vez, algo sería un explosivo escándalo, en Venezuela o pasa desapercibido o al olvido en cuestión de días ¡claro! llega otra noticia que tapa la anterior y así nos llevan… arreados.
Maduro puede decir la bestialidad más grande y nosotros, acostumbrados nos encogemos de hombros y esperamos la proxima; el Presidente Guaidó hace algún anuncio y la expectativa es que algún día pueda ser realidad.
Estamos en “pausa” y eso suena a resignación.
Hasta María Corina Machado está muy callada, la dirigente que hasta hace poco fue foco perturbador en la unidad de la oposición por su frontal y radical postura política, pues ahora ni se le siente; igual con Ledezma y Árria, un trio que con sus declaraciones y críticas mantenían viva la cosa política. Opinadores y periodistas tan críticos al gobierno interino también han desaparecido, ya hasta la polarización en la oposición no existe.
¿Qué nos está pasando?
Allí les dejo eso!
Deja una respuesta