Como consecuencia del COVID-19 se instauraron las clases a distancias para nuestros menores, esto obligó a nuestros maestros a asumir una tarea para la que no estaban preparados, las razones son muchas, bien sea por no tener los equipos, por la falta de conocimiento de las técnicas requeridas para tal proceso, por los apagones y las fallas en el suministro eléctrico, o por la desmotivación que genera un paupérrimo salario de 3 dólares mensuales, pero esencialmente porque el servicio de Internet en nuestro país no funciona, lo que ha conducido a promover una escolaridad indebidamente preparada.
Ahora el gobierno nacional ha convocado a clases presenciales para Octubre de este año, sin haber vacunado a los maestros, a los obreros, al personal administrativo y sin tener las escuelas acondicionadas para cumplir su cometido, intentando quizás con ello, dar una sensación de normalidad en los días previos al proceso comicial de noviembre de este año y si bien es cierto que nuestra educación no puede limitarse a la simple transmisión de conocimientos on line, tampoco podemos pretender o aspirar que los maestros suplan la ausencia de los padres y vayan más allá de la simple técnica de transmitir conocimientos y avancen en desarrollar a plenitud la personalidad, la cultura, el saber y la ciudadania de nuestros hijos, entregados además a su cuido y responsabilidad, cuando los padres deben estar en la calle bregandose el día a dia para su hogar, sin ni siquiera estar protegidos de la terrible pandemia con la respectiva vacuna y sin ambientes aptos para su ministerio.
Pero cómo se materializara esa intencionalidad del gobierno de arrancar clases en Octubre, si en nuestros recorridos por los Centros de Votacion en Carabobo hemos podido verificar el lamentable estado de abandono en que se encuentra la casi totalidad de nuestras escuelas públicas, sin servicios de agua, de electricidad, con los baños en el suelo, sus espacios muy sucios y enmontados, sin una pinturita siquiera, sin internet, sin bibliotecas ni computadoras y pare de contar los incontables problemas de infraestructura física que padecen.
Además, cómo podrán los padres enviar sus niños a clases, si el transporte público prácticamente no existe, si los padres no tienen bolívares ni para el desayuno o la merienda, mucho menos para un pasaje y el que tenga su carrito que aún le funcione y quiera llevarlos a clase cómo antes no podrá hacerlo tampoco porque no tiene gasolina, ni con qué pagarla si la hubiera. Cómo podra comprarles los necesarios uniformes, los zapatos, sus útiles escolares, etc., si el país esta paralizado, en bancarrota. La gente apenas gana para comer y si se enferman sus hijos deberán salir a pedirle a cuantas personas conocen, siendo esta toda una verdadera tragedia que sufren y padecen los padres carabobeños.
Ante esa cruda realidad, queda preguntarnos entonces, qué busca el gobierno nacional con esta improvisada convocatoria a clases presenciales en Octubre, acaso que las comunidades educativas asuman sin tener ni poder con qué hacerlo la restauracion de los centros educativos, devenidos en centros electorales de votación para noviembre, aprovecharse de la responsabilidad ciudadana de los padres, mientras el gobernador y sus reprobados alcaldes dejan traslucir que sólo parece haber recursos para barrer, pintar y alumbrar algunas autopistas para francachelas, y parques temáticos, tan sólo para dar la sensación de que las cosas marchan bien, y nada para las escuelas.
¡Que descaro!, y en el propio año bicentenario, un hito histórico, olvidando que “Moral y Luces son nuestras primeras necesidades” las cuales se enseñan en las escuelas, y a propósito también decía nuestro Libertador Simón Bolívar, que “las naciones marchan hacia su grandeza al mismo paso que avanza su educación”
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