Casi 3 millones de estadounidenses se están vacunando contra el COVID-19 todos los días, pero el “regreso a la normalidad” puede no estar tan cerca como muchos esperan.
Una nueva encuesta muestra que a muchos estadounidenses les preocupa la posibilidad de relacionarse con los demás una vez que la pandemia haya terminado.
“Una encuesta de YouGov realizada a más de 4.000 personas revela que dos de cada cinco estadounidenses (39%) dicen estar muy o un tanto nerviosos ante la idea de volver a interactuar socialmente con la gente”, escribe el periodista de estadísticas de YouGov, Jamie Ballard.
Aunque el alto porcentaje de estadounidenses que expresan su angustia por socializar después de la pandemia es una sorpresa, el desglose por grupos de edad es aún más sorprendente.
“Entre los jóvenes entre 18 a 24 años, el 50% dice estar nervioso al respecto. Un número similar de personas entre 25 a 34 años (47%) opina lo mismo”, escribe Ballard.
En otras palabras, casi la mitad de los estadounidenses entre 18 y 34 años están preocupados de volver a una vida social normal después de la pandemia. En cambio, sólo el 31% de los mayores de 55 años respondieron que se sentían nerviosos al volver a relacionarse con la gente.
El contraste es digno de ser mencionado porque se sabe que los jóvenes tienen muchas menos probabilidades de ser hospitalizados o morir a causa del COVID-19. Pero, ¿hasta qué punto es menos probable?
Our World in Data tiene un gráfico que desglosa las tasas de mortalidad en Corea del Sur, China, Italia y España. Las estadísticas muestran que la tasa de letalidad es de aproximadamente el 0.2% para las personas entre 20 y 30 años, una mínima fracción en comparación con las personas mayores de 60 años.
Las estadísticas de EE.UU. cuentan una historia similar.
“La tasa de mortalidad en la ciudad de Nueva York para los adultos de 75 años o más era de unos 2.344 por cada 100.000 personas para el 28 de marzo de 2021”, señala el investigador John Elflein en Statista.
Esta cifra es unas 500 veces superior a la tasa de mortalidad (5 por cada 100.000) de las personas de entre 18 y 24 años.
En todo el país, una investigación de la Heritage Foundation muestra que los adultos de entre 25 y 34 años representan menos de tres mil de las 565.000 muertes oficiales relacionadas con COVID-19 en Estados Unidos. (Cabe señalar que muchas de estas muertes están relacionadas con las co-morbilidades).
Estas estadísticas no deberían sorprendernos. Hace casi un año, el Dr. John Ioannidis, de la Universidad de Stanford, señaló que la tasa de mortalidad por infección de COVID-19 es “casi nula” en personas menores de 45 años.
Una relación inversa
Todos las estadísticas oficiales apuntan en la misma dirección: los jóvenes son los que menos tienen que temerle al COVID-19. Sin embargo, la encuesta de YouGov también muestra que son los más asustados.
Esto es extraño. Como señalaron algunos influencers en Twitter, el nivel de comodidad que sienten las personas al volver a la vida normal está inversamente correlacionado con su nivel de riesgo real.
Esto invita a una pregunta importante: ¿por qué los jóvenes tienen más miedo? Una respuesta obvia es que los adultos jóvenes podrían simplemente no estar conscientes de que su riesgo de enfermedad grave es bajo.
Como señalé recientemente, los estadounidenses en general están muy mal informados sobre el riesgo de hospitalización por el COVID-19, y aproximadamente un tercio de los estadounidenses creen que las posibilidades de ser hospitalizado con el virus son del 50%. (En realidad, está más cerca del uno por ciento).
Las razones de esto no son difíciles de encontrar. Los estudios han demostrado que los medios de comunicación estadounidenses crearon esencialmente un clima de miedo al publicar una avalancha de noticias negativas en 2020. De hecho, un estudio dirigido por la Ivy League concluyó que el 91% de los artículos de los principales medios de comunicación estadounidenses tenían un tono negativo, casi el doble en comparación con los medios no estadounidenses. Las noticias negativas, señalaron los investigadores, continuaron incluso cuando el coronavirus estaba disminuyendo y cuando se estaban logrando avances médicos positivos.
“Las noticias sobre el aumento de los casos de COVID-19 superan en 5.5 veces a las noticias sobre la disminución de los casos, incluso cuando los nuevos casos están disminuyendo”, señalaron los investigadores.
Sin embargo, los medios de comunicación pueden ser sólo una parte de la ecuación. La tecnología digital puede ser otra.
“Los jóvenes tienen menos probabilidades de morir de Covid”
Mientras escribía este artículo, tuve que buscar las estadísticas sobre los riesgos del COVID para los jóvenes-adultos. Para encontrar la información, hice lo que normalmente hago: Fui a Google y escribí las palabras claves para lo que quería encontrar: “jóvenes con menos probabilidades de morir por COVID”.
Esperaba encontrar primero un montón de artículos e investigaciones que mostraran que los jóvenes tienen relativamente poco que temer del coronavirus. No fue así. Estos son los resultados que obtuve:
Esto es un gran problema. Vivimos en un mundo digital, y Google es el mayor motor de búsqueda del planeta, que procesa más de 3.500 millones de búsquedas diarias.
Probablemente, millones de personas utilizan Google cada día para encontrar información sobre el coronavirus. Pero en lugar de encontrar artículos que señalen que el coronavirus es cientos de veces más mortal para las personas mayores de 60 años, que para las menores de 40, cualquiera que buscara en Google sobre los jóvenes y los riesgos del coronavirus encontraría un montón de titulares súper aterradores.
Una vez más, esto no quiere decir que los jóvenes no corran ningún riesgo por el COVID. Pero la realidad médica es que los niños y los jóvenes-adultos tienen más probabilidades de morir de gripe estacional, neumonía o un accidente automovilístico que por el COVID-19.
Está claro que la mayoría de los estadounidenses no están conscientes de ello.
El precio de la desconexión
Los resultados de la encuesta de YouGov muestran que existe una desconexión entre la percepción y la realidad en lo que respecta al COVID-19. Por desgracia, esta desconexión tiene consecuencias en el mundo real.
“Quienes sobrevaloran los riesgos para los jóvenes o tienen una sensación exagerada de riesgo ante la infección son más propensos a favorecer el cierre de escuelas, restaurantes y otros negocios”, concluyeron los autores de un estudio reciente del Franklin Templeton/Gallup.
Esto es importante porque estas restricciones son bastante graves. Cerrar parte de la economía no es un asunto menor. Estas acciones se asocian a numerosas consecuencias imprevistas: pérdida de puestos de trabajo, deterioro de la salud mental, aumento de la pobreza global, aumento de la soledad, aplazamiento de procedimientos sanitarios, etc. Mientras tanto, los beneficios documentados de estas restricciones siguen siendo esquivos.
En 2020, fuimos testigos de violaciones sin precedentes a las libertades civiles fundamentales. Y todo ello se debió al miedo.
Peor aún, a pesar de la presencia de numerosas vacunas exitosas y de la caída del número de casos, las campanas de alarma siguen sonando.
La Dra. Rochelle Walensky, directora del CDC, advierte de una “catástrofe inminente”, mientras que otros advierten que debemos empezar a planificar para una “pandemia permanente“. El New York Times utiliza a Florida, que levantó todas las restricciones de la pandemia el verano pasado, como ejemplo de advertencia, mediante un análisis bastante retorcido.
Teniendo en cuenta todo esto, no es de extrañar que muchos jóvenes estén aterrorizados por el virus. Pero haríamos bien en recordar que el miedo es el camino hacia el servilismo.
“Si quieres controlar a alguien, lo único que tienes que hacer es que sienta miedo”, escribió el escritor Paulo Coelho en El Diablo y la Señorita Prym.
Es hora de dejar de tener miedo. Y el primer paso se da a través del entendimiento.
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