Por mi… te puedes morir, ¡ya! por Gonzalo Martín

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Año 1999, Venezuela atraviesa uno de los desastres naturales más grandes que se sepa. Durante más de quince días llovía fuerte e insistentemente saturando los suelos en Táchira, Mérida, Caracas y sobre todo en el estado Vargas.

El 15 de diciembre de ese año, nos encontrábamos en pleno referéndum aprobatorio para la nueva constitución, Chávez aupaba a la gente que, aún a pesar de la tragedia que se estaba viviendo y ya con algunos miles de desaparecidos, millones en pérdidas materiales y cientos de videos en tiempo real que demostraron lo grave de la situación, igual salieran a votar.

O sea… A Hugo Chávez le importaba más la constitución por encima de cualquier otra cosa que pudiera entorpecer esa “elección”.

O sea, “por mi se pueden morir ya, que yo necesito mi constitución” pareció haber dicho a través de los hechos.

Terminó el día y luego que anunciaron los resultados, por tres días no se supo nada del comandante en jefe hasta que de repente apareció en Maiquetía disfrazado de militar salvando ya lo poco que quedaba y rescatando a los que habían ya sobrevivido.

Algo parecido sucedió unos pocos días después, cuando ya en camino desde USA un barco con personal norteamericano que llegarían para colaborar en la recuperación de parte de la infraestructura vial del estado costero, otra vez el Presidente de todos los venezolanos, al negarse a recibir esa ayuda envió otro mensaje como diciendo: “por mi todos se pueden morir de hambre ya, las carreteras las arreglaremos nosotros, no más nadie” y ya sabemos todo lo que aún tarda la restauración del estado Vargas (o La Guaira, para hacer esta lectura inclusiva).

Ahora, el planeta atraviesa hace más de un año la catástrofe sanitaria y económica más grave de la historia contemporánea universal gracias al COVID-19. Pues bien, al fin dieron con las vacunas en distintos países y diferentes laboratorios.

¡Ah! Pero antes debo dejar claro que en Venezuela, ya Nicolás Maduro había promocionado una “molécula” desarrollada por el gobernador de Carabobo cuya presentación la hicieron en un “pote” de “Nestea” y una extraña etiqueta, así pues mientras el mundo buscaba cómo desarrollar una salida científica ya Lacava tenía la solución; pues bien, Maduro con esto parecía decir: “No tiene suficientes estudios ni desarrollo, pero con esto los salvaremos del COVID, asi que si no funciona morirán tranquilos”

Pero, poco les bastó y luego intentó vender las góticas milagrosas como la gran solución, otra manera de despreciar no sólo la inteligencia de la gente, algo peor, es jugar con la vida de un país entero.

Pero el clímax llegó este miércoles; por fin hubo un acuerdo para traer más vacunas contra el COVID a Venezuela y la vicepresidenta Delcy Rodríguez, al mejor estilo Chávez del 99, “no necesitamos limosnas” como el mejor argumento para rechazar las vacunas que enviaría la OPS.

O sea: “sigan muriendo”

Por cierto, Maduro promocionó la molécula de Lacava y luego las gotas milagrosas, pero al final uno de los primeros chicharrones en vacunarse fue él.

Otro de los argumentos para no dejar entrar a Venezuela la vacuna asignada por la OPS (Organización Panamericana de la Salud) es que no cumple con los requisitos sanitarios en Venezuela más sin embargo, Nicolás si dedicó muy buena parte de su tiempo a informarnos que la molécula y unas gotas milagrosas eran la solución sin ningún tipo de soporte científico comprobable.

Al final no hay que esmerarse mucho para comprender que la vida de los venezolanos, aquellos que están en la calle partiéndose el brazo intentando sobrevivir les importa muy poco.

Eso sí, los primeros venezolanos vacunados fueron los políticos, los habitantes (gracias a Dios) de Los Roques (nuevo destino vacacional rojo) y algunos médicos.

Esa es la importancia que le da el chavismo a la vida (de los demás).

¡Allí les dejo eso!

Gonzalo Martín

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