Nos acecha por Arnaldo García Pérez

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Hasta hace un par de semanas, aproximadamente, en muchas partes del mundo, la incidencia de la pandemia del COVID19, para muchos no era más que una horrible noticia que se transmitía desde cualquier rincón del mundo. Sus más de 125 millones de afectados directamente con su contagio no dejaban de ser números alarmantes pero que no afectan directamente nuestra tranquilidad. Nos preocupaba si, pero más nos afectaba que, a causa de su propagación, que nos tuvieran injustamente encerrados.

Pese a tener en el mundo más de un año en aislamiento, en algunos países con rigurosidad, en otros con mucha ligereza y en los más particulares con semanas de flexibilidad, donde pareciera que el virus se iba de vacaciones, aún no entendíamos la magnitud de lo que estamos viviendo y no valoramos el impacto de ser tocados por este mal.

Nos enteramos de algunos contagios. Tal vez algún amigo lejano o familiar tuvo una pequeña crisis, pero sin una consecuencia significativa. Hasta aquí, seguíamos tomando al enemigo como algo etéreo y que no nos llegaría a alcanzar. Empezaron a aparecer noticias de conocidos, o familiares de amigos lejanos, infectados y en algunos casos lamentables, fallecidos. Allí comenzó a inquietarnos un poco más lo que estaba pasando allá afuera, Ya no era un cuento de caminos o una invención tragicómica de un grupo malévolo mundial. Ya lo tenemos cerca y nos acosa, lo vivimos en casos directos de vecinos, amigos y familiares, que sufren sus consecuencias. Ya las noticias cercanas son diarias y lamentablemente, en dolorosos casos, sus pérdidas son irreparables.  Ya el COVID dejó de ser un fantasma y se convirtió en una alarmante realidad para todos.

Nos acecha. Parece tenernos rodeados, estemos donde estemos. Muy pocos países del mundo se salvan de esta tragedia, aunque a todos les llega. En muchos lugares, dirigentes políticos arrogantes se burlaron y minimizaron su importancia y hoy en día se cuentan las muertes por cientos de miles. Gente inocente que no supo entender lo que se venía advirtiendo desde el comienzo, por ignorancia o desparpajo, hicieron caso omiso de las advertencias y los vimos interactuar en mercados, tiendas y los más osados en fiestas o paseos playeros. Hoy, esa arrogancia pasa factura y aumenta el número de caídos. Los servicios de salud colapsados y nosotros, sin importar tu condición socioeconómica, expuestos al riesgo del contagio.

La solución a este problema la tenemos todos. Tal vez no estemos hablando de una vacuna milagrosa que salve al planeta como si fuera un superhéroe, estamos hablando de acciones sencillas y unipersonales que nos garantizarán minimizar riesgos y esperar tiempos mejores. Esa clave está en la prevención. Tan fácil como eficiente: No salga sino a lo justamente necesario. Hágalo con la mayor prevención y a sitios conocidos por usted. Lleve sus implementos de seguridad, mascarilla, guantes y gel antibacterial. Al regresar a casa, lo primero es el aseo. Lávese muy bien sus manos, si puede cámbiese de ropa y desinfecte sus zapatos. Su compra debe ser igualmente desinfectada y de esa manera estará bajando la incidencia de posible contagio.

No depende de los otros. Depende de cada uno de nosotros minimizar los riesgos de contagio y así también proteger a los nuestros. La vacuna hará su trabajo en sus tiempos, pero mientras tanto, nos toca a todos poner de nuestra parte para evitar el sufrimiento de la pérdida. Trabajemos entre todos en prevención y le ganaremos algunas bajas menos al virus.

Sumemos y multipliquemos. Es tarea de todos cuidarnos como familia.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarciap.blogspot.com

                                                               

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