He escuchado con preocupación las quejas y lamentos de padres y representantes, al ver que sus niños y jóvenes practicantes del deporte ya han superado los 400 días de inactividad competitiva, mientras observan como en la televisión arropan la pantalla con competencias profesionales de todo tipo.
Y no sin razón argumentan ellos, que si las autoridades creen que esos atletas profesionales se van a mantener por siempre activos en un primer nivel o piensan que el relevo se produce por generación espontánea. Es bueno recordarles a los responsables de la llamada “masificación deportiva”, de la cual tanto alardean, que formar un atleta de alta competencia, lleva años de entrenamiento, aprendizaje y competencia constante, algo que no se la ha visto en mantener con sus limitaciones en estos tiempos de pandemia.
Es comprensible que hay que cuidar en todo lo posible a nuestros niños y jóvenes, pero así como se han buscado alternativas para que el deporte profesional cada día esté más cerca de recuperar la normalidad, porque en estos 400 días no se ha llevado a cabo un esfuerzo para que en la medida de lo posible la generación de relevo se incorpore de manera oficial a la actividad y no como ahora que los que quieren hacerlo por su cuenta, aunque cumplan con todas las medidas de bioseguridad, son tratados por las autoridades peor que un delincuente.
Es triste ver las canchas, campos, gimnasios, piscinas y complejos deportivos desolados, abandonados, carentes de acción, del bullicio y los gritos de la generación del futuro. Cuánto talento se perderá por esta desidia en la planificación deportiva… Señores pa’ cuándo es pa’ ya!
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