Una nueva investigación indica que la exposición a la luz artificial durante la noche está vinculada a un mayor riesgo de desarrollar enfermedades cardíacas, según un estudio que siguió a casi 89.000 adultos durante más de nueve años. Quienes dormían con mayor exposición lumínica presentaron mayores probabilidades de sufrir infartos, insuficiencia cardíaca, fibrilación auricular y accidentes cerebrovasculares, incluso al considerar factores como dieta, ejercicio o genética. El riesgo es especialmente significativo en mujeres y personas jóvenes, lo que sugiere que algunos grupos son más vulnerables a este efecto.
El problema surge porque la oscuridad es esencial para mantener los ritmos circadianos, que regulan funciones vitales como la presión arterial y el metabolismo de la glucosa. Cuando estos ritmos se alteran —por luces intensas, pantallas encendidas o iluminación artificial, el cuerpo no descansa adecuadamente, aumentando el riesgo de problemas cardiovasculares a largo plazo.
Aunque el estudio aún no ha sido revisado por pares y no prueba una relación causal directa, los científicos coinciden en que reducir la exposición a la luz nocturna apagando pantallas, usando cortinas opacas y evitando lámparas fuertes puede ser una medida simple pero efectiva para cuidar la salud del corazón.
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