Colombia marcó un hito en el tratamiento de la depresión resistente el 9 de abril de 2025 con la primera Estimulación Cerebral Profunda (DBS) realizada en el país, un procedimiento quirúrgico considerado solo para pacientes que no responden a terapia psicológica, psiquiátrica ni medicamentos convencionales. Lorena Rodríguez Moreno, una joven de 27 años de Garagoa, Boyacá, fue la protagonista de este avance: tras padecer depresión y ansiedad más de la mitad de su vida y agotar todas las opciones terapéuticas, la cirugía le devolvió la esperanza.
El equipo médico, liderado por el neurocirujano William Contreras, implantó electrodos en zonas cerebrales responsables de la motivación y el bienestar, usando un sistema que emite impulsos eléctricos para modular la actividad en circuitos asociados a la depresión. Durante la intervención, Lorena permaneció despierta para que los especialistas identificaran con precisión los puntos clave a estimular, lo que aseguró la eficacia del procedimiento. “Imagina que tu cerebro es una ciudad de noche. En la depresión, los barrios de la alegría se apagan. Con la estimulación, volvimos a encender la luz”, explicó el neurocirujano.
Tres meses después de la operación, Lorena describe sentir “volver a nacer”: recuperó la energía, la ilusión por la vida y la capacidad de disfrutar pequeñas cosas que antes daba por perdidas. Aunque continúa con seguimiento médico y farmacológico, su mejoría clínica es evidente y se ha convertido en un símbolo de esperanza para quienes padecen depresión resistente.
Su caso subraya la necesidad de visibilizar la salud mental y de explorar tratamientos innovadores para los casos más graves. “Hoy celebro los días buenos. Me siento con fuerzas para estudiar, trabajar, incluso para enamorarme. Cosas que antes ni siquiera soñaba”, relata Lorena, quien destaca el trato humano recibido por el equipo médico y la importancia de buscar ayuda sin estigma.
La estimulación cerebral profunda para depresión no es para todos: está reservada para pacientes con depresión mayor refractaria tras años de tratamientos sin éxito, y requiere una evaluación multidisciplinaria exhaustiva. El caso de Lorena Rodríguez abre un debate necesario sobre el acceso a tecnologías avanzadas y la urgencia de más investigación en salud mental.
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