A pesar de la distancia geográfica 10.739 km entre Venezuela y Líbano, el terrorismo no tiene parámetros y es capaz de instalarse en cualquier parte y victimizar poblaciones completas, bajo el hilo ensordecedor de la violencia.
La explosión de 2750 toneladas de amonio no es casual. En los países que padecen este horror, cualquier cosa es posible.
Son culturas totalmente distintas, pero se cruzan en el quehacer analítico muchas similitudes. El Líbano fue un país modelo para las democracias del mundo. Con instituciones fortalecidas en medio de problemas, pero superables cuando se apalancaban procesos democráticos, como sucedió en ambos países, en aquellos años de respiro libertario.
Contaron con recursos para diseñar un gran futuro. Hoy el Líbano y Venezuela, empujan a la muerte a miles de menores de edad, que son desplazados a vivir en condiciones infrahumanas. Valga un ejemplo: durante la reciente explosión han desaparecido mas de cien mil niños y millones han quedado sin hogar. En Venezuela durante la explosión castrochavista la tasa de desnutrición infantil alcanza el 75%, 1.7 millones menos de niños en edad escolar, 4 millones de niños que se le niega la escuela, desnutrición infantil crónica. Allá fue el amonio y la violencia. Aquí la destrucción de los nuevos colonizadores comunistas.
Ambos países edificaron centros sanitarios para atender a sus respectivas poblaciones, hoy todas las estructuras hospitalarias están destruidas. Han preferido armar tropas de bandoleros, que entregar salud a la población; igual con los sistemas educativos en ruinas, generadas por ideologías que solo les alimenta la violencia y que no les interesan que las mayorías se eduquen como sucedió en el pasado, abriendo paso a una floreciente clase media, que calibró positivamente el desarrollo de la sociedad.
Poseían aparatos productivos autosuficientes, hoy están azotados por la violencia política y el narcotráfico, no tienen capacidad ni para importar alimentos, ni productos básicos de subsistencia. Unido al colapso económico, coinciden en el caótico proceder ante la pandemia, que cobra mayores víctimas, cuando no hay alimentos, viviendas, agua, combustible. Es como se ha señalado: “una crisis dentro de otra crisis”. Un infierno. La sociedad libanesa está exhausta tras varios meses de represión gubernamental contra la Juventud beiruti. Otra extraña coincidencia: Venezuela vive la más profunda y selectiva represión de su historia. Al mando de grupos paramilitares del eje totalitario. Se tortura, se asesina y se encarcelan políticos y militares, sin respeto alguno a los derechos humanos. Víctimas de la ferocidad cubana y militares comprados con el dinero de la droga, cometen los más horribles crímenes de lesa humanidad.
El Líbano y Venezuela se han convertido en un polvorín, y allí se destaca la coincidencia mayor. En ambos Estados fallidos actúa sin ningún límite el grupo forajido más peligroso del mundo: Hezbolá.
Son ellos los que ordenan. No es de extrañar que cargamentos de nitrato de amonio estén en Venezuela, ya que las 2.700 de la explosión pertenecen a personas vinculadas a esta banda. Se han decomisado toneladas en Alemania, Reino Unido, destinadas a operaciones violentas, ya que es un explosivo de gran volatilidad. Con sus operaciones en Venezuela está en peligro toda la región, como sucede en el Líbano contra Israel y otros países acechados por Irán, quien realmente es la columna vertebral de este paraejército mundial.
En el Líbano, tienen ministros, en Venezuela también. Tienen corredores aéreos con Irán para transportar armamentos y explosivos. Poseen gran fortaleza financiera con la organización Estatal traficando drogas y realizando saqueos en todo el mundo.
¿Cómo pueden el Líbano y Venezuela librarse de estas estructuras criminales, si controlan el aparato estatal y son protegidos por la república islámica de Irán, que unifica además a los grupos guerrilleros, a los cubanos, a los rusos, a los chinos y a todos los insurrectos nostálgicos que han conseguido su campo de operación?
Sí el mundo democrático no interviene con su poderío militar, vendrán nuevas colonias. En la mira próxima: Colombia, Chile y el resto de democracias.
Ya lograron apresar al paladín de la lucha por la libertad en Colombia, Presidente Uribe Vélez; sacaron a 5 millones de venezolanos, destruyeron a Chile y en general arrinconan a los demócratas. Ojalá mañana no sea tarde.
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