Emigrar se ha convertido en una acción cada vez más común debido a la facilidad que hay en la actualidad para viajar y al hecho de que los canales de comunicación son cada día más avanzados, facilitando la información. Sin embargo, el emigrar no es una decisión que deba tomarse a la ligera por varias razones de peso.
Lamentablemente, hay ideas erradas sobre el emigrar que han fomentado a la normalización de esta acción. Se ha hecho poco eco sobre los riesgos emocionales y psicológicos que pueden acarrear una mala o repentina decisión emigratoria.
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Pero ¿Cómo puede emigrar afectarnos psicológica y emocionalmente si vamos en búsqueda de una vida mejor?
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El impacto psicológico del emigrar
Sencillamente por las falsas expectativas que la normalización de la emigración causan, la falta de información puede afectarnos hasta el punto de desencadenar depresión, ansiedad y problemas de adaptación, donde el estrés del simple hecho de emigrar es protagonista. El propósito de este artículo es crear consciencia sobre los riesgos psicológicos de emigrar porque queramos o no.
Nuestra mente, por más fuerte que sea, se va a topar con aguas turbias ante un cambio tan grande como lo es el emigrar a otro país. Claro está que hay distintos tipos de emigración y no todos pasan por las mismas circunstancias, pero la depresión, ansiedad y otros factores estresantes pueden afectarnos más de lo que pensamos si nos agarran desprevenidos.
¿Cuáles pueden ser los riesgos psicológicos?
Al emigrar se ven involucrados muchos cambios en la vida de cualquier persona, así sea irse a estudiar por unos meses o estar decididos a buscar mejores oportunidades en el exterior por un tiempo indefinido. Desafortunadamente, emigrar no es sinónimo de mejor calidad de vida como muchos creen, ya que hay que pasar por periodos de adaptación previos para poder recuperar parte del estilo de vida que se tenía, y no solo el monetario como muchos creen. Emigrar involucra también otro tipo de pérdidas, y como toda pérdida tarde o temprano se desarrolla un proceso de duelo.
La vida de todo individuo está conformada por múltiples áreas que conforman su desarrollo pleno y que por ende es muy probable que se vean afectadas al emigrar: (Ziglar, 7 áreas de la vida):
Carrera y trabajo
Social: amigos y entorno
Familia: apoyo y relaciones interpersonales sanas (al igual que en la anterior)
Económica: independencia y estabilidad
Salud física
Salud mental
Espiritualidad
El duelo y el estrés por emigración
Como se nombró anteriormente, al emigrar se sufrirán procesos de duelo debido al cambio. Todo cambio genera estrés, y todo esto puede afectar nuestro mundo emocional, desencadenándose así posibles psicopatologías (Lavieri, 2015).
El cambio cultural, la nostalgia, la soledad, la falta de identificación social, la ansiedad y el estrés agudo pueden afectar también el sistema inmunológico. Muchos inmigrantes no parecen sufrir ningún tipo de alteración o ansiedad durante los primeros meses de haberse mudado, ya sea porque sólo fueron a estudiar por un corto periodo de tiempo, la emoción de encontrarse en un ambiente novedoso o porque tienen familiares y amigos en el nuevo país que los ayudan a adaptarse un poco más rápido.
Sin embargo, eventualmente factores sociales y culturales afectarán los mapas cognitivos creando los famosos choques culturales, diferencias en la forma de trabajar y hasta de estudiar.
Por ejemplo, los sistemas educativos varían de país a país, al igual como los estilos de trabajo pueden variar también (ej. nuevas tecnologías).
Consideraciones al emigrar
Para evitar en la medida de lo posible los posibles efectos psicológicos adversos de la emigración, puede resultar útil seguir estas pautas:
Trazar un mapa de objetivos y metas a corto, mediano y largo plazo.
Manejar falsas expectativas de éxitos inmediatos (ej. El sueño americano).
Evitar emigrar repentinamente si se padece de algún trastorno psicológico o si se sospecha de alguno. Si la persona sufre de episodios depresivos, el emigrar sin precauciones puede ser muy riesgoso para su salud mental.
Entender que la autoestima y la identidad pueden verse muy afectadas. El estilo de vida sufrirá cambios.
Investigar la cultura, situación social, clima e idioma del país al que se quiere emigrar. Irse preparado para sufrir cualquier tipo de discriminación y rechazo. Queramos o no, es una realidad a la que está expuesto cualquier inmigrante, sin importar clase social, raza, edad o sexo.
Preparar papeles, preferiblemente evitar irse indocumentado. Al irse bajo ilegalidades aumentará el estrés y el riesgo de tener problemas legales, como ser el deportados, no poder abrir cuentas bancarias o simplemente no poder ser atendidos en los hospitales. (Abriendo paso a caer en trabajos donde haya maltrato y explotación laboral).
Entender que este paso va a afectar la carrera y la identidad laboral. Es poco probable conseguir trabajo en su área de inmediato, a menos que se esté yendo con una oferta de trabajo y sin embargo hay riesgos que considerar: importancia del cargo, contrato, periodo de prueba, entrenamiento y tiempo otorgado por la empresa para acomodarse.
Entender que van a haber altibajos emocionales y laborales. Esto también aplica a quienes emigran con niños.
Aprovechar las redes de apoyo. ¿Tiene conocidos cercanos en el país?
Entender que se debe pedir ayuda profesional y apoyo familiar si se sospecha de algún síntoma de depresión o ansiedad que lo haga quererse aislar, perder el rumbo y afecte el rendimiento en los estudios o en el trabajo.
¿Y los familiares de los que se van?
Para las familias de los emigrantes, puede resultar útil que ante la persona que se va sigan estas pautas:
Evitar a toda costa comentarios comparativos con los éxitos inmediatos de conocidos que emigraron.
Ofrecer apoyo y recordarles las ventajas de la decisión, animarles a alcanzar la meta propuesta. Y siempre recordarles dónde está su hogar si deciden regresar.
Evitar juzgar si se decide regresar. El apoyo familiar es esencial ante estos cambios tan radicales y riesgosos para la salud mental.
Publicado por psicologiaymente.com
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