Desarrollo es necesidad, responsabilidad, eficiencia y planificación.
No hay desarrollo cuando despilfarramos, no hay desarrollo sin esfuerzo y no hay desarrollo sino asumimos nuestro compromiso con el futuro.
No se gobierna en presente, se gobierna en futuro. Hay que trabajar para que lo que se haga hoy sea mejor mañana.
Cuando gobernamos un país improvisadamente y sin planificación, el resultado es más pasado, retroceso y caos.
La riqueza de un país no está en lo que se produce materialmente, sino quien lo produce y cómo se produce.
En nuestro caso, si producimos petróleo y esa riqueza no se utiliza para diversificar nuestra economía, tendremos abundancia hoy y muchas carencias mañana.
Un país donde se siembre la tierra, se moderniza industrialmente y eleve su proceso educativo estará condenado al éxito irremediablemente.
Aquí tenemos riqueza, pero carecemos de desarrollo, hicimos acueductos, hoteles, aeropuertos, instalaciones deportivas, grandes urbanismos, autopistas, industrialización, electrificación y mucha diversión, pero nos olvidamos de hacer los debidos mantenimientos e inversiones para mantener y mejorar lo hecho.
En este momento cuando vemos hacia atrás y añoramos lo que vemos, solo lamentaciones llenan esos vacíos.
Nuestros líderes se equivocaron, nosotros nos equivocamos y el desarrollo se quedó huérfano de padre y madre.
Ahora dejemos de llorar hacia atrás y encontremos en el trabajo eficiente el pañuelo para secarse las lágrimas y ver con claridad el camino a seguir en los próximos años.
Ya la vieja dirigencia demostró lo que era capaz de hacer, le toca a la generación de relevo tomar el testigo de la nación y llegar a la meta con decencia, responsabilidad, esfuerzo y amor a Venezuela.
Ya nos equivocamos bastante ahora es obligatorio y necesario acertar.
Las viejas caras de la política venezolana hablaron mucho e hicieron poco. Es tiempo para que callen y dejen de hacer a otros los que no pudieron hacer.
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