La Guerra Permanente por Arnaldo García Pérez

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“Un buen día una mujer se encontró con el bien, su motivo de la visita era para plantearle una idea para mejorar la vida en la tierra. El bien la llevó a un lugar para hablar y le preguntó cuál era su idea. -Mi idea es que se siembre mayor cantidad de semillas de amistad y amor entre los humanos –dijo la mujer-para que haya menos odio y diferencias entre ellos. Dios decidió cumplir la idea que esta mujer le propuso y sembró muchas semillas más de amistad entre los hombres. Al poco tiempo las naciones dejaron de estar en guerra y la vida en el planeta mejoró. Luego de un tiempo el mal enojado al ver esto decidió sembrar más de sus propias semillas: discriminación y odio. Al tiempo otra vez volvió a ser casi todo igual. Al ver esto la mujer decidió volver a visitar a el bien, pero él no le quiso recibir porque lo que había hecho había sido en vano. Luego de insistir la mujer logró hablar con Dios y le dijo: -Haz que los hombres puedan decidir libremente entre una cosa o la otra y así cada uno podrá elegir qué hacer. -Pero mujer –contestó Dios- el hombre desde siempre pudo decidir por sí mismo. -Entonces –respondió la mujer- dales la sabiduría para que puedan elegir lo mejor.
Pero a la vez que el bien les daba sabiduría el mal ponía la ignorancia. Al ver que había fracasado, la mujer se desanimó. Al ver esto el bien visitó a la mujer y le dijo: -El mal puso delante de ti el desánimo y optaste elegirlo, bien pudiste elegir rechazarlo. Ahí la mujer entendió. -Deseo que siempre haya personas que, al elegir el bien, ayuden a otras personas a elegirlo también. -Pues siempre esas personas estarán –le contestó el bien- como estarán las contrarias. Lo importante es lo que cada uno elija. Y lo más importante es lo que elijas hacer. Desde ese momento, la mujer se propuso a ayudar y aconsejar a otras personas para que hagan el bien”. (El Deseo de la Mujer, Adhara Web)

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Nuestro mejor amigo y nuestro peor enemigo está dentro de nosotros mismos. Cual caricatura infantil donde aparecen en la mente del protagonista el ángel y el demonio, compitiendo por dominar la razón, así vivimos cada uno de nuestros días en un permanente cuestionamiento de nuestro accionar y las decisiones que tomamos.

Desde el comienzo de los tiempos el ser humano ha luchado una batalla diaria entre el bien y el mal. Comenzando desde temprano con la historia de Caín y Abel, hemos pasado a lo largo de los años, décadas y siglos en un contínuo combate contra nosotros mismos. Dentro de la naturaleza humana conviven dos seres que intentan dominar nuestras acciones, cada uno alimentado de nuestras experiencias positivas y negativas. Allí comienza nuestro dilema de vida, en la escogencia de cómo comportarnos ante las circunstancias y que impacto dejo en los otros con ellas.

La bondad y la maldad está en cada uno de nosotros. Veo con desilusión cómo muchos seres humanos eligen la maldad como estilo de vida y son, sin importar sus argumentaciones, seres viles y crueles ante los demás. Puedo entender que al perseguir una ideología el ser humano esté inmerso en un compromiso de cumplimiento de creencias y formas de vida, sin embargo, cuando estas doctrinas nos llevan a cometer actos atroces y en contra de la esencia del ser humano, tengo el libre albedrío de escoger mi accionar. Por eso allí, no convengo en que se persiguen o defienden ideas, en ese momento de rotunda crueldad lo que se refleja es ese monstruo interno que cada uno de nosotros posee y que se despliega con su gran ferocidad. Lo ves en los torturadores en regímenes dictatoriales, que se apalancan en una ideología para maltratar, torturar y asesinar a inocentes. Lo ves en el día a día en delincuentes que escogen la violencia desmedida en actos que pudieran pasar desapercibidos y quedar solo en transgresión. Lo ves en aquellos soldados monstruosos que asesinan sin más a inocentes en guerras inventadas tras la ambición por el dominio y el poder. Sin remordimientos, con una pasión diabólica, actúan desde su más perverso ser.

La gran batalla está dentro de nosotros mismos día a día. Es una lucha interior por escoger nuestra mejor versión y trabajar con ella en el bien común y en el propio. Es el decidir hacer lo correcto sin importar las consecuencias personales y pensando en un bienestar colectivo y de futuro. Es allí donde está nuestro reto. Estamos en guerra permanente contra la maldad en cualquiera de sus expresiones. Es una batalla diaria que debemos librar dentro de nosotros para ser modelos de cambios y conductas positivas.

Mantengo mi creencia en la nobleza del ser humano y que depende de él, solo de él, la forma de su comportamiento. Esa verdad tarde o temprano se impondrá ante el enemigo interno que poseemos.

Debemos decir claro y alto, no a la guerra, no a la maldad.

Si a la Vida y a la Paz.

Saludos

Arnaldo García Pérez

@arnaldogarciap

www.arnaldogarcíap.blogspot.com

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