Hay una excelente leyenda japonesa que nos narra las peripecias de un grupo de peces Koi que, buscando su sueño de convertirse en dragones mágicos, comenzaron una cruzada para llegar hasta un lugar especial que los premiaría con su quimera. Cuentan que, hace mucho tiempo, se vio un gran banco de carpas (peces Koi) que llamaron la atención por su variedad de colores y sus musculosos cuerpos dirigiéndose río arriba. La lucha que mantenían para seguir su camino contra corriente fue dura, pero no lo suficiente para que desistieran en su empeño. En una zona del río más abrupta tuvieron que parar al encontrarse con una catarata que les impedía el paso. El dilema sobre si seguir o no, hizo que la mayoría de las carpas se dieran por vencidas, dejándose llevar por la fuerza río abajo y así poder descansar del enorme trabajo que habían realizado. No todas cedieron, y un total de 360 carpas decidieron continuar. El sonido que hacían estas carpas al intentar superar la catarata, hizo que los demonios cercanos se acercasen y decidiesen hacerles un poco más interesante su misión aumentando la altura de las cataratas. La perseverancia y fuerza de estos peces hizo que no se rindiesen y continuaron intentándolo durante 100 años. Los demonios no podían imaginar que estos animales fuesen tan testarudos por lo que empezaron a cansarse de este juego. En ese momento, una de las carpas consiguió dar un gran salto por encima del agua y pasar la última catarata. El paso de esta catarata que era conocida como la puerta del dragón hizo que esta pequeña carpa fuese recompensada, convirtiéndose en un dragón celestial y alcanzando, a través de ella, el sueño forjado por todas.
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Excelente historia de no darse por vencidos. Nos refleja el tesón y la perseverancia que debemos asumir muchas veces para alcanzar nuestros objetivos. Un esfuerzo que representa el intentar con un plus al acometer las acciones no dejándonos vencer por los obstáculos que se nos presenten y por las veces que, ante los intentos fallidos, debemos recomenzar.
Este arrojo ante las adversidades, en la filosofía japonesa tienen su esencia, en una palabra: Ganbaru, que es la expresión que dignifica e invita al esfuerzo. El significado de esta expresión depende del contexto en que se utilice, sin embargo, los significados más habituales para esta palabra serían: esforzarse, perseverar, no rendirse, dar lo mejor de uno mismo, no desfallecer ante las dificultades. Para ellos, es parte de su forma de ser y vivir. Ganbaru significa “comprometerse plenamente con una tarea y llevarla a su fin”. Puede traducirse como persistencia, tenacidad, perseverancia y trabajo duro. Es el compromiso de que cuando se empieza una cosa no se desiste hasta acabarla. El término tiene una importancia única en la cultura japonesa, tanto así que, en los últimos eventos catastróficos, como el terremoto de Kobe o el tsunami de Tohoku fue instaurado como una campaña de motivación, levantando el ánimo para la reconstrucción y, recientemente, en las últimas olimpiadas, fue sinónimo de atención, servicio y hacer las cosas bien siempre en beneficio de los demás.
En nuestra cultura occidental también manejamos algunos conceptos que nos invitan a reinventarnos y no rendirnos ante las adversidades, el de moda en estos momentos es la resiliencia, sin embargo, ninguno tan poderoso como el Ganbaru japonés, que no es solo un eslogan o una metodología, sino que es una filosofía de vida y una manera de internalizar la forma de enfrentar las adversidades y también las cosas sencillas de la vida, desde lo mejor de cada uno de nosotros.
Es necesario aplicar nuestro Ganbaru. Muchas veces, de acuerdo a las circunstancias, caemos en estados depresivos y bajamos nuestra motivación, pensando que nada será posible. La desesperanza ante las situaciones que vemos y vivimos nos paralizan. El comenzar de nuevo, el enfrentar situaciones jamás vividas y en entornos adversos, nos hace sentir cansados y sin fuerzas para buscar nuevas oportunidades. Hagamos como los peces Koi del relato y mantengamos fijo nuestro objetivo personal, demos nuestro mejor esfuerzo en cada acción que acometamos, hagámoslo con alegría que contagie a otros y sin desfallecer en nuestro intento.
Proyectemos nuestro Ganbaru como un virus benéfico que se extienda por cada rincón del universo.
Demos siempre lo mejor de nosotros mismos.
Saludos
Arnaldo García Pérez
@arnaldogarciap
www.arnaldogarciap.blogspot.com
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