Cuando Sai, una mujer de 76 años de la ciudad de Chiang Mai, sintió el temblor, no lo dudó: dejó todo atrás y salió corriendo. “Fue el temblor más fuerte que he sentido en mi vida”, relató temblando aún horas después. Como ella, miles de personas en Birmania, Tailandia y el sur de China vivieron momentos de terror tras el sismo de magnitud 7,7 que estremeció la región este viernes.
El epicentro, ubicado a solo 16 kilómetros de la ciudad de Sagaing, al norte de Birmania, sacudió violentamente varias zonas y generó daños en edificios, hospitales y viviendas. Las autoridades birmanas decretaron el estado de emergencia en seis regiones y reportan un elevado número de heridos, aunque aún no se ha hecho público un balance oficial de víctimas fatales.
“Estaba durmiendo cuando todo comenzó a moverse. Solo pensé en salvar mi vida”, expresó Duangjai, habitante de Chiang Mai, al medio AFP. Como ella, cientos de tailandeses salieron a las calles, aun en pijama, temiendo que las réplicas fueran peores.
Un rascacielos en Bangkok se vino abajo
En Bangkok, la capital de Tailandia, el panorama es desolador. Un edificio en construcción de más de 30 pisos colapsó parcialmente, dejando a más de 40 obreros atrapados bajo los escombros. Los equipos de rescate trabajan contrarreloj para encontrar sobrevivientes. “Cuando llegamos escuchamos gritos de auxilio. Sabemos que hay decenas de personas atrapadas”, declaró Worapat Sukthai, subdirector de la policía.
Hospitales desbordados y gente durmiendo en la calle
En Birmania, la situación es crítica. Las imágenes muestran hospitales abarrotados y personas recibiendo atención en el suelo. En Naipyidó, la capital, los pacientes aguardan asistencia entre escombros, mientras que muchos habitantes prefieren pasar la noche al aire libre, temerosos de que las estructuras colapsen con una nueva réplica.
Algunas ciudades de China también sintieron la furia del terremoto, especialmente en Yunnan, provincia fronteriza con Birmania, donde las autoridades confirmaron réplicas y movilizaron equipos de emergencia.
El miedo persiste mientras las personas permanecen a la intemperie. Sin agua, sin luz y sin certezas, la población enfrenta la noche más angustiante del año. “No quiero dormir dentro de la casa. Prefiero estar aquí afuera, aunque haga frío”, dijo otro habitante de Chiang Mai, con voz quebrada.
El terremoto no solo dejó escombros. También dejó a miles de personas enfrentando la incertidumbre, el miedo y la esperanza de que, pese a todo, amanezca un día mejor.
(Con información de AFP)
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