Los resultados electorales de este 21 de noviembre hablan por sí solos. La lectura es clara, la gran mayoría del pueblo está descontento con el gobierno y la oposición, pero sería absurdo decir que quienes no se manifestaron están de un bando o del otro, porque simplemente asumieron una tercera opción, la abstención.
La dirigencia política de nuestro país debe leer con detenimiento está lección que le está dando el pueblo, los análisis debe ser sinceros, de lo contrario van a seguir enredados en el mismo círculo viciosos.
Es claro que el chavismo sigue contando con un sólido respaldo, que les permite seguir controlando el poder en gran parte del país. Por el contrario una oposición fractura, no ha podido afianzarse en el poder como lo anhela, por múltiples errores que hoy los colocan de nuevo en un limbo político.
Lo que pasó este 21 de noviembre demuestra que quienes se auto designan como “opositores verdaderos”, no cuentan con el respaldo de la mayoría de sus seguidores.
Es así como las megaelecciones se convirtieron en un sepelio para la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y para el G4 (Primero Justicia, AD, Voluntad Popular y Un Nuevo Tiempo), quienes dicen decir los *auténticos y únicos* dirigentes de la oposición, unos dirigentes sin dirigidos, sin mayoría de votos y rechazados por sus mismos electores.
Desde el G4, luego de varios años llamando a la abstención, no hubo una verdadera motivación a sus electores para explicarle las razones de ir a votar. Impusieron candidatos a dedo en todo el país, sin tomar en cuenta a otras fuerzas opositoras emergentes a quienes calificaron de “alacranes”, “aliado del régimen”, entre otros epítetos.
La descalificación, la ofensa y el ataque, así como la soberbia y la autosuficiencia fueron las propuestas de la MUD, de esos dirigentes que hoy quedó demostrado que no tienen a quien dirigir. Los casos como los de Caracas, Valencia, Lara y Nueva Esparta, entre otros, dónde los candidatos impuestos por la MUD quedaron por debajo de los “alacranes”, evidencia que al G4 se le dio cristiana sepultura en las urnas electorales.
En todo el país, se repitió el mismo escenario, aunque no lograron obtener la victoria los candidatos de la llamada Alianza Democrática, denominado por la MUD y el G4 como “Alacranes”, le dieron una pela a los abanderados de “la manito”.
Esperemos que los partidos del G4, aglutinados en la MUD entiendan el mensaje y les quede claro que los liderazgos políticos no se imponen, se construyen. Después de su sepelio este sector de la oposición debe entrar en una profunda reflexión, no para reorganizarse, cambiarse el nombre y seguir como la misma política, no, deben construir liderazgos sólidos y reales, que se conecten con el pueblo y tal vez en unos años la historia pueda ser distinta.
Mientras tanto el chavismo, pese a lo que quieran decir, se consolida. El Gobierno de Nicolás Maduro se fortalece, sumando una derrota más a la oposición. Lo lamentable para la MUD y el G4 es que a su sepelio asistió la Unión Europea y sus observadores validaron con su presencia, que el proceso transcurrió con normalidad. Después de la humillante derrota, les queda muy mal decir que las elecciones fueron manipuladas.
Por José Gregorio Jaén
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