Héctor Sarmiento, primer sargento y oficial retirado de la Guardia Nacional Bolivariana, entró -y salió- de ese cuerpo militar en Venezuela, inspirado por el ejemplo de su padre: “La Constitución establece que la Guardia Nacional esté encargada del orden interno del país”.
Ahora, desde su exilio en Cúcuta, Colombia, mucha nostalgia por lo que un día fue, resume los días de este hombre que quiere volver a una fuerza armada distinta.
“Yo estaba enamorado de la Guardia Nacional”, dijo Sarmiento en entrevista a la Voz de América.
Su tono de reproche sigue mientras cuenta que, -en más de dos décadas de gobierno socialista en Miraflores-, la fuerza armada retrocedió, pasando de ser el orgullo de la nación a un cuerpo politizado, corrupto y donde la meritocracia y la moral militar fueron barridas, -comenta-, por una ideología en función de la supuesta “lealtad” al sistema político instalado en Caracas desde 1998.
“Nunca me gustó la corrupción (…) Lo que yo aprendí dentro de mi formación no era lo que se veía en el mundo real”, dijo.
Explicó que con frecuencia fue trasladado de unidad por no cumplir las expectativas de sus jefes.
“Choqué muchas veces con mis superiores cuando pedían cosas que estaban fuera del marco legal (…) pedían cuotas, pedían beneficios personales”, aseguró.
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