Trabajar rodeado de sufrimiento, no es fácil. En oncología y cuidados paliativos, el sufrimiento suele estar presente tanto en los pacientes como en sus familiares y los profesionales de la salud deben aprender a convivir con el sufrimiento… ese monstruo que nos han hecho creer que no aporta nada bueno.
Durante la etapa que trabajé en cuidados paliativos, comencé a conocer mejor al sufrimiento y me di cuenta de que no es tan negativo, de hecho creo que es necesario para conocernos mejor, para superar el dolor… El problema es que a veces nos perdemos en el sufrimiento, creyendo que es un pozo oscuro del que nunca podremos salir.
Cuando comencé a explorar más de cerca el sufrimiento, me di cuenta de que, en realidad, en él se esconden el miedo, la tristeza, la ansiedad, la desesperanza, la inseguridad y la pérdida de uno mismo. La enfermedad y la muerte tienen esa capacidad… Nos muestran todo lo que va mal, pero también nos enseñan que cuando dejamos de tenernos miedo a nosotros mismos… Todo fluye.
Estos malos momentos tienen un poder enorme dentro de sí y aunque los intentamos evitar, en realidad nos confrontan con nosotros mismos, nos ayudan a conocernos más profundamente. Cuando el sufrimiento nos acompaña, la espiritualidad se despierta… dormida, anestesiada por la vida cotidiana y su ritmo frenético.
La enfermedad y la muerte tienen la capacidad de detener el tiempo, ralentizando nuestra vida, nuestra mente. En esos momentos donde todo se para, solo podemos contactar con nuestra esencia y re-descubrir nuestra naturaleza espiritual.
Tal vez te estés preguntando… ¿Qué es la espiritualidad?
Creo que la espiritualidad es tanto un sentimiento como una manera de vivir la vida. Es un sentimiento que nos ayuda a saber que somos mucho más que nuestro cuerpo y mente, nos confronta con la idea de que la muerte física no es el final, nos ayuda a afrontar los malos momentos porque ellos guardan en su interior importantes lecciones, nos hace sentir plenos y conectados a algo más grande que nosotros mismos… a una energía amorosa que nos acompaña allá donde vayamos.
La espiritualidad también es una manera de vivir la vida porque nos ayuda a desapegarnos del resultado de las situaciones que vivimos, nos permite aceptar lo que la vida trae hasta nosotros porque sabemos que vivimos para aprender y el sufrimiento guarda en su interior una gran sabiduría olvidada. La espiritualidad nos ayuda a reconocer que no estamos solos, que en realidad toda la humanidad está unida por hilos invisibles, lo que crea una profunda sensación de unidad y conexión, trascendiendo nuestro cuerpo, trascendiendo nuestra mente, trascendiendo nuestras limitaciones.
En la enfermedad, la espiritualidad tiene el poder de protegernos ante la pérdida de autonomía, lo que ayuda a dotar de sentido incluso a las cosas más difíciles. En la muerte, la espiritualidad nos ayuda a desligarnos de este mundo, de esta realidad tridimensional, nos permite desapegarnos de nuestros seres queridos, sabiendo que somos mucho más que este cuerpo físico que habitamos temporalmente.
La espiritualidad es una compañera de vida que nos ayuda a mantener la esperanza, que nos llena de fuerza y compasión, que nos hace recordar el amor incondicional que habita en nuestro interior. Cuando comienzas a vivir desde tu espiritualidad, cualquier persona o suceso se convierte en maestro, tú mismo te conviertes en alumno y en maestro, compartes lo aprendido porque te das cuenta de que la sabiduría solo está viva cuando se comparte. Y poco a poco todo tu mundo cambia… sientes la alegría que nace de ti… sientes la esperanza cerca de ti… sientes esa energía enormemente sabia que te guía y que está dentro de ti, pero también fuera de ti.
Para quien transita por el camino de la enfermedad o de la muerte, la espiritualidad se convierte en un chaleco salvavidas… es lo que ayuda a dotar de significado a toda una vida, es lo que les ayuda a trascender su dolor y sufrimiento, haciendo más sencilla la tarea de desapego de sus seres queridos.
Promueve la espiritualidad en tus pacientes y en sus familiares… permite que la espiritualidad también te toque y transforme toda tu vida. Aquí van algunos consejos para que la espiritualidad sea un compañero más de profesión, un compañero más de vida…
Revisa tu vida – ¿Qué experiencias has vivido que consideras te han hecho ser como eres?
Reconcíliate con la vida – Deshecha la culpa… eres responsable de las decisiones tomadas, perdónate, perdona a otros.
Re-ordena tus prioridades vitales… ¿Qué es lo realmente importante para ti en esta vida? Aprende a disfrutar de las pequeñas cosas (respirar, caminar, comer, escuchar y ver, el amor que te rodea, la serenidad que habita en ti).
Trasciende la vida cotidiana – ¿La muerte es el final? ¿Eres solo este cuerpo físico? ¿Eres energía además de materia?
Mantén la esperanza – La esperanza no siempre trae hasta ti una vida perfecta, pero sí te ayuda a aceptar lo que ocurra, sabiendo que afrontarás esas situaciones desde tu fuerza interna.
Conéctate con el mundo, el universo y otras personas – Los humanos no somos seres aislados, estamos conectados a otros, a la naturaleza, al universo… siente esas conexiones profundas que cambian tu vida.
El despertar de la espiritualidad te ayudará a descubrir tu verdadero yo… más allá del ego… más allá de la identidad que has ido construyendo cada día de tu vida, abriéndote a una nueva manera de vivir, donde la espiritualidad te acompaña en cada paso.
Con información de www.noticiasensalud.com
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