La vida de una mujer está signada por varios momentos, pero sin duda alguna un hito en el transcurrir de la existencia femenina es la maternidad. Algunas sueñan desde pequeñas con ese momento: tienen muñecas a las que cuidan como hijas, cambian pañales y atienden a diario.
A muchas de ellas la maternidad les llega muy fácil y a otras no tanto. Por eso en este día, en homenaje a esos seres tan especiales que dan vida, te presentamos los testimonios de dos madres, Sofía y Valentina, cada una con tres hijos. Se trata de dos historias: una que empieza el camino de la maternidad, mientras que la otra lo lleva bien avanzado; sin embargo, ambas coincidieron en que “nunca se deja de ser mamá”.
“Nací para ser madre”
Sofía es jubilada, tiene 65 años de edad, tres hijas y una nieta que también ha ayudado a criar. Es profesional con estudios superiores y casada por casi 40 años; pero si le pregunta a Sofía qué la define, por toda respuesta tendrá un claro “¡nací para ser madre!”.
No dejó de reconocer que la maternidad es una labor que requiere de paciencia, paz y mucha calma. “Siempre habrá momentos difíciles, aunque tiene enormes satisfacciones”, manifestó. Además, cree que después de muchos años y lograr cierta madurez ya que se convirtió en madre muy joven (a los 23), descubrió el secreto de una maternidad feliz.
“Entender que los hijos no son extensiones de nuestra vida, es vital. Son seres individuales distintos a uno y diferentes entre ellos”.
Sofía confesó que a veces como madre se puede llegar a sentir mucha frustración, pero aseguró que se debe confiar en que siempre se les da a los hijos las herramientas que necesitan para vivir. También dijo que es vital estar para apoyarlos cuando así lo amerite la ocasión e insistió en que es duro asumir que muchas veces los hijos no harán lo que sus padres quisieran o consideran más conveniente.
“Mi razón de ser en la vida son mis tres hijas. A ellas les debo muchas lágrimas y canas, pero también son dueñas de mis mayores alegrías y mis momentos más felices. Son mi mayor tesoro”.
“Bendecida y afortunada”
Aunque la frase se escucha mucho en la actualidad, así se define Valentina, quien está sobre los 47 años. Tras varios intentos fallidos de tener hijos y luego de que la ciencia médica obrara su milagro, se convirtió en feliz madre de morochos quienes ahora tienen siete años. Tres años más tarde, llegó al mundo su hijo menor.
“Enterarme de que iba a ser madre finalmente fue una felicidad que no se puede describir y saber que era de morochos duplicó esa felicidad. Después de intentarlo tanto, me sentí de verdad bendecida y afortunada”.
Valentina señaló que ser madre siempre cambia la forma de ver el mundo y relacionarse con él. “Ya no es uno, te preocupas por el bienestar de alguien más que siempre va a ser parte de ti”, manifestó.
Asimismo, aseguró que al ser mamá no se ve el mundo como el lugar que es, sino el que se quisiera que sea para los hijos; “eso te lleva a tratar de mejorar lo que puedas para ellos”, destacó.
Como toda mamá de la actualidad, una de las mayores dificultades que afronta es el balance entre su vida profesional y su tarea de ser madre. “Es una vida llena de correderas e imprevistos, pero también llena de alegrías, satisfacciones y aprendizaje. No cambiaría mi maternidad por nada en el mundo. Mis hijos son fuente inagotable de felicidad”, sostuvo Valentina.
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