No bastarán las palabras para describir la tragedia a la que han sometido a los venezolanos. No bastarán, tampoco, para maldecir a los responsables. Cada testimonio se vuelve un impacto a la entereza. Imposible mantenerse impávido ante las palabras dramáticas de quienes arrastran sus pies, maltratándolos, por las montañas andinas.
Imágenes descorazonadoras. Inimaginables hace unos pocos años. Porque nadie, ni el más paranoico, pensó jamás que los venezolanos andarían por las orillas de las autopistas de América, caminando, cargando sus enseres y a sus hijos, apenas arropados ante el despiadado frío andino.
Hace unos días el reconocido comediante, locutor y presentador venezolano, Luis Chataing, visitó la frontera entre Colombia y Venezuela. Fue a Cúcuta. Allí, junto al animador Nelson Bustamante, recogió los testimonios de los refugiados venezolanos y, luego, los juntó en un pequeño video que subió a sus redes. Del audiovisual hay un momento, de apenas unos segundo, que se convierte en un golpe durísimo. Latigazo al aplomo.
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