El joven mandatario extiende su permanencia en el poder tras unas elecciones con alta participación y un mensaje firme contra el crimen organizado.
Contra todo pronóstico, el presidente Daniel Noboa se impuso con una ventaja clara en la segunda vuelta presidencial de Ecuador, rompiendo las expectativas de un resultado reñido. Así lo confirmó la presidenta del Consejo Nacional Electoral (CNE), Diana Atamaint, tras una jornada electoral que registró una participación del 83,7%.
El mapa de votación por provincias revela un respaldo sólido en gran parte del país al joven empresario y político, quien llegó a la presidencia en 2023 luego de la “muerte cruzada” decretada por Guillermo Lasso. Su triunfo no solo representa una continuidad en el Ejecutivo ecuatoriano, sino también una reafirmación del giro hacia la derecha en América Latina.
Expertos como Eduardo Gamarra, profesor de la Universidad Internacional de Florida, señalan que este cambio de rumbo obedece a la decepción ciudadana con las gestiones del llamado “Socialismo del siglo XXI”. “La victoria de Noboa demuestra que la derecha busca fortalecer sus posiciones en la región, con vínculos que van desde Bukele hasta el expresidente estadounidense Donald Trump”, declaró Gamarra a CNN.
De hecho, Noboa se reunió recientemente con Trump en Mar-a-Lago, en un encuentro calificado como positivo, aunque sin mayores detalles. Esta cercanía ideológica se refleja también en las propuestas de cooperación bilateral en materia de seguridad, uno de los temas más sensibles del actual mandato.
En abril, el presidente presentó un proyecto de reforma constitucional que podría permitir la presencia de bases militares extranjeras en el país, un cambio que todavía está en discusión parlamentaria y que, de avanzar, podría ser sometido a referéndum. Noboa ya ha ratificado dos convenios militares con Estados Unidos y ha manifestado su intención de reforzar la colaboración con ese país para combatir el crimen organizado.
La apuesta del gobierno ecuatoriano por una línea dura en seguridad, en un momento marcado por la crisis delictiva, parece haber calado entre los votantes. El desafío ahora será consolidar gobernabilidad en un contexto regional cambiante y con una ciudadanía cada vez más exigente.
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