El control de precios establecido por el gobierno desde hace más de una década no ha logrado proteger el salario de los trabajadores. Por el contrario, los productos regulados por la Superintendencia de Precios Justos han escaseado en los comercios formales y cada vez son más las personas que deben acudir a mercados informales y pagar con sobreprecio para poder llevar los alimentos a sus hogares.
“Mis hijas salieron de la casa el jueves en la madrugada, pasaron por más de ocho negocios y regresaron en la tarde solo con dos lavaplatos en crema. No consiguieron nada de comida y lo que tenemos en la casa ya se está agotando. A veces nos ha tocado comprarles a buhoneros la leche de la niña y me la han vendido en 2.500 bolívares. El dinero no alcanza”, dijo Rossana Díaz, quien trabaja haciendo el mantenimiento en una empresa en Los Cortijos.
Las personas que como Rossana cobran sueldo mínimo son de las más afectadas por la escasez y la inflación, pues a pesar de que la semana pasada recibieron 30% de aumento, el dinero que cobran después de un mes de trabajo se convierte en pequeñas bolsas cuando van a comprar.
Si visitan puntos informales de venta, frigoríficos y panaderías, los 15.051,15 bolívares que reciben de salario apenas les alcanza para adquirir 7 de los 58 productos que integran la canasta alimentaria del Cendas, Centro de Documentación y Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros. En un trabajo publicado por El Nacional en febrero, cuando el salario mínimo estaba en 9.648 bolívares, se podían adquirir 9 de los 58 productos.
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