Hablar sobre la terrible crisis que sufrimos los venezolanos en general y los carabobeños en particular, sería como llover sobre mojado. Por otro lado, asombra que no seamos capaces de comprender la indiferencia de nuestros ciudadanos a las propuestas de cambios que les realizamos.
No se trata ya de la unión de estructuras o alianzas políticas ni de liderazgos nacionales o regionales, que nos conduzcan a tal o cuál posición, se trata de la fatiga por la estrategia agotada, el desencanto, la falta de fe.
Necesitamos recuperar de nuevo la confianza en nosotros mismos, en nuestra potencialidad y capacidad para desbordar trampas, condiciones y triquiñuelas electorales. Necesitamos recuperar e imponer la fuerza del voto en las mesas electorales, la contundencia de nuestra determinante mayoría opositora para darnos el gobierno regional que nos merecemos y los gobiernos municipales que queremos para que respondan a sus comunidades y no a las organizaciones donde militan o al jefe que allí les puso, como alfil de sus estrategias particulares, sin importar las diarias tragedias de nuestros habitantes.
Hasta ahora no hay una propuesta que nos motive, que nos dé luz más allá de las tinieblas en que ha sido sumergido Carabobo. Hasta ahora todo ha sido tan solo una escenografía barata, sin resultados concretos en la resolución de los graves problemas de fondo que nos agobian y que muchos carabobeños esperaban fueran resueltos en la moribunda gestión actual.
Desde Unión Progreso estamos consultando nuestras bases y amigos en todas las comunidades, a las fuerzas vivas que interactúan en el estado, para tratar de encontrar entre todos ese punto de inflexión que nos reconduzca y nos ayude a encontrar el camino de lucha que nos reclama nuestra población. Debemos encontrar ese espacio común que nos ayude a descifrar cómo responder a tantas iniquidades, a tanta miopía, miseria y pobreza como la que sufrimos hoy.
Cómo lograr safarnos de esta sensación de fracaso general que nos envuelve, que nos rodea, que nos asfixia y que solo nos induce a pensar en huir de Venezuela para buscar en otros países las condiciones de vida que aquí no tenemos, confiando además que el precario empleo que consigamos allá nos permita enviar algo de dinero a quienes dolorosamente dejamos aquí, en medio de este forzoso y generalizado exilio.
¡Cuánto sufrimiento, Dios mío! Cómo no oír esas nuevas voces, las voces mudas del hambre, la tristeza y la desesperanza.
Es nuestro deber converger en la estructuracion de un Plan de Emergencia Regional creíble y ejecutable para Carabobo, al que todos podamos aportar algo y así, en conjunto, recuperar la alegría característica del gentilicio carabobeño.
Desde Unión Progreso Carabobo postularemos en lo inmediato a un reconocido líder regional, con visión de estado, con comprobada gerencia pública y privada, para que se ponga al frente de esta estrategia; la de buscar los mejores hombres y mujeres, sin importar el partido donde militan, los mejores equipos del estado, que los hay y bastantes, en las distintas áreas del conocimiento para que formulen, estructuren y armen equipos gerenciales integrados para que una vez desplazada esta nefasta gestión regional avancemos en la recuperación inmediata de Carabobo, como nos lo reclaman nuestros vecinos y como es el deseo de todos.
No se trata entonces de un partido, de una alianza de partidos o de un líder fuera de serie. ¡No! Se trata de la construcción de la Unión Carabobeña en torno a un Plan de Emergencia Regional, y así lo proponemos. Ya habrá tiempo suficiente para seleccionar al abanderado de todos a la Gobernación. Por ahora, estamos en la onda de la recuperación de la esperanza, con fundamento en el trabajo creador de todos.
Carabobo avanzará al encuentro de su futuro, el que todos deseamos y el que todos nos merecemos.
¡Pongámonos en acción!
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