¡Alerta Roja! La criminalidad está llegando a niveles realmente alarmantes. ¿Quién le pondrá el cascabel al gato? Por Sergio Márquez Parales

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Foto: Referencial

Hechos ocurridos recientemente en las ciudades de Caracas, Maracaibo y Valencia, nos obligan a hacer una profunda reflexión sobre la grave situación ocasionada por la implementación de métodos criminales jamás vistos en nuestro país. Aquí no se trata de politizar las denuncias; sino de entender, que la pérdida de valores, la desintegración de las familias y la precaria situación económica, inciden en el reclutamiento de nuestros jóvenes por parte de los delincuentes, quienes poco a poco se han venido adueñando de barrios y urbanizaciones. En nuestros tiempos de estudiante de Derecho, analizamos este tema en una de las clases de la cátedra sobre Derechos Humanos, magistralmente conducida por el Doctor y Profesor  Eloy Routman, llegando a la conclusión de que el tema de la criminalidad debía ser tratado como un problema de estado y no como problema de gobierno; lamentablemente, parece que este tema no produce votos y son muy pocos los esfuerzos que se hacen por intentar reducir el retardo procesal, diseñar una política preventiva para minimizar la delincuencia; o, una política penitenciaria eficaz y eficiente. Pero si usted apreciado lector (a), a lo anteriormente descrito, le suma el acorralamiento económico que viven los habitantes de la gran cantidad de sectores populares a causa del desabastecimiento, la escasez, desempleo y subempleo, es fácil predecir que la prostitución, la incorporación a bandas criminales, la venta de alcohol y/o drogas, serán entonces las principales y llamativas fuentes de ingreso para estos ciudadanos. Ahora bien, la copia de estereotipos de crímenes perpetuados en países como México o Colombia, que incluyen el linchamiento, desmembramiento de cuerpos, decapitación y posterior colgamiento de cuerpos o tortura sostenida previa al homicidio, implican factores de ensañamiento que deben ser estudiados profundamente.

Las grandes preguntas seguirán siendo ¿Qué debemos y tenemos que hacer como ciudadanos, para que en coordinación con todas las fuerzas vivas de Venezuela iniciemos una gran cruzada contra este flagelo? y ¿Cuánto están dispuestos a hacer las autoridades competentes para coadyuvar esfuerzos en pro de reducir a su mínima expresión este tipo de delitos?

¿Qué es la Criminalidad?  Por criminalidad se entiende el volumen de infracciones cometidas sobre la ley penal, por individuos o una colectividad en un momento determinado y en una zona determinada. Desde que ha existido la comunidad humana, existe el fenómeno constante  de “la Criminalidad”; y, parece ser una ilusión creer que este fenómeno pueda suprimirse, por lo que a lo que más puede aspirarse es a disminuir la criminalidad o buscar que las faltas causen el menor daño posible a los intereses individuales y sociales.

Clasificación de la criminalidad. Los psicoanalistas clasifican la criminalidad en base a la conducta de los criminales y encontramos:

Criminalidad Crónica: acciones criminales de sujetos proclives a la delincuencia por la estructura de su aparato anímico.

Criminalidad Accidental: comprende las acciones criminales de hombres no delincuentes por inclinación.

Criminalidad Fantástica: Existe en todo hombre, que es un criminal en potencia. Toda persona piensa cometer delitos. Esa criminalidad aflora en los sueños, ensueños, chistes y actos fallidos.

Criminalidad genuina: Es la del salvaje, inadecuado, que ha tenido oportunidad de construir el súper-yo y cuyos instintos primarios no han sido dominados.

Factores que influyen en las variaciones de la criminalidad. Analistas y Psicólogos coinciden al desarrollar la tesis sobre los factores del delito y señalan que existe una dualidad biológica social de la conducta del delincuente. Insisten en que el delito es un fenómeno social, porque no puede concebirse sin la vida en sociedad. Siendo un fenómeno social, es también la manifestación biológica, de una o de varias personas. Por esta razón, se considera que es erróneo enfocar el estudio de los factores hacia una sola dirección, bien sea la biológica o bien sea la social, en forma exclusiva toda vez, que entre ambos tipos de factores existe una unión indisoluble. Quiere decir, que el delito no es un fenómeno exclusivamente social ni exclusivamente biológico. Ambas concurren en un tiempo y un lugar determinado, para provocar un hecho delictivo.

La criminalidad como concepto jurídico. Hasta ahora se ha considerado el delito como un concepto jurídico que los legisladores traducen en prohibiciones, en formulas contenidas en un cuerpo principal de leyes denominado Constitución, Código Penal, o en otros códigos como el de Justicia Militar o en leyes especiales. El delito así estimado es un ente jurídico, que describe una porción de aquellas acciones que un pueblo (nación), considera antijurídicas, pues estas son contradictorias con la regulación armónica de convivencia civilizada que se ha formado el país.

Criminalidad aparente. Es la criminalidad que ha sido denunciada, juzgada y sentenciada, comprende el movimiento de los procesos terminados en la República, por condena y el movimiento carcelario y penitenciario. Es la criminalidad que a diario se nos presenta, en forma registrada. Está constituida por los delitos descubiertos, no importando que sus autores, hayan sido condenados o no.

Criminalidad real y estadística. Está formada por cuatro tipos de delitos: Delitos descubiertos y condenados; delitos descubiertos y no juzgados; delitos cometidos y no descubiertos y delitos impunes y no denunciados.

Criminalidad oculta. Existen innumerables razones, por las cuales, se elude la medición de la criminalidad, señalamos las siguientes: delitos contra la propiedad y las buenas costumbres y alteraciones del orden público; casos en que se elude la medición de la criminalidad por la inflación penal, por la estructura socio económica y política del país, por actitudes individuales y colectivas y por el funcionamiento del sistema penal, aspectos éstos que están íntimamente relacionados; la medición de delitos derivados de las actividades del mercado negro, evasión de divisas, incumplimiento de deberes de familias, contrabando y defraudación, tendencias ilícitas de armas de fuego u otras.

Igualmente, escapan a toda medición, la producción, posesión, tráfico y uso ilícito de estupefacientes; el crimen organizado y la corrupción criminal.

También los delitos cometidos, protegiéndose con la posición, cargo, función o puesto oficial, delitos que han existido siempre, pero que hoy en día, son más numerosos. De igual forma, escapan en gran proporción, a la medición criminológica, los delitos cometidos contra la economía nacional, las fuentes de riqueza, la salud pública, ciertas formas ilegales de organización, producción y competencia comercial e industrial, el empleo indebido de fondos públicos; entre otros.

Capítulo aparte merece la delincuencia enquistada en la función pública. La acción contralora es prácticamente inexistente, permitiendo desafueros a diestra y siniestra en la administración pública. La complicidad impera a sus anchas en los despachos públicos; pero, sin ánimos de justificar, ¿Quién con una quincena de cuando mucho 600 mil bolívares puede vivir dignamente en Venezuela? Así las cosas, a menos de que empecemos a actuar ¡YÁ!, la Venezuela del futuro pudiese estar escapándose de las manos ante nuestra impotente y  silenciosa mirada.

Hasta nuestra próxima entrega amadísimos fieles

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