Estudios internacionales muestran que el consumo regular del tomate puede reducir riesgos cardiovasculares, mejorar la salud intestinal y aportar nutrientes clave para el bienestar general. El tomate es uno de los alimentos más consumidos globalmente, valorado no solo en la cocina, sino también por su riqueza en antioxidantes, vitaminas y minerales.
Un tomate fresco tiene unas 22 calorías, bajo en grasas y sodio, y es una fuente importante de vitamina C, folato, vitamina K y potasio. El licopeno, pigmento responsable de su color rojo, actúa como antioxidante protegiendo las células y promoviendo la salud cardiovascular. Consumir tomate también ayuda a reducir el riesgo de ciertos tipos de cáncer y mejora la función intestinal gracias a su contenido de fibra.
Aunque comúnmente se usa como verdura en la cocina, botánicamente el tomate es una fruta. Se recomienda consumirlo tanto crudo como cocido para aprovechar sus diferentes nutrientes, preferiblemente acompañado de grasas saludables para mejorar la absorción del licopeno.
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