Discurso íntegro de Gabriel Urdaneta, director editorial de Notitarde, en la entrega del “Reconocimiento Orel Sambrano a las Artes de la Comunicación” – 4 de julio de 2025
En nombre de Notitarde, vocero histórico de la comunidad carabobeña, y de todo nuestro equipo, agradezco profundamente a la Universidad Arturo Michelena (UAM) por este honor que nos permite compartir reflexiones en el marco del “Reconocimiento Orel Sambrano a las Artes de la Comunicación” 2025.
No vengo a dar lecciones, sino a hablar desde la experiencia que solo el trabajo constante y apasionado puede otorgar.
Hacer periodismo hoy es un desafío en un mundo convulso, donde comunicar es una urgencia vital. Somos testigos y cronistas de la historia en desarrollo, enfrentando escenarios complejos con creatividad y responsabilidad, usando todas las herramientas a nuestro alcance.
El periodismo es una labor colectiva. Hoy subo a este podio representando las voces de quienes nos exigen un compromiso inquebrantable con la verdad, con el pueblo y con los protagonistas de cada historia. Recordamos también a Orel Sambrano, un comunicador incansable, y celebramos la pasión que esta profesión demanda.
En Venezuela, más que nunca, se necesitan periodistas comprometidos con la defensa del bien común y las luchas sociales. En medio de campañas de desinformación y pesimismo, los comunicadores patriotas debemos iluminar el camino con la convicción de un futuro forjado desde la independencia, cuando nuestros pueblos originarios enfrentaron el dominio imperial. Bolívar lo llamó con razón “la artillería del pensamiento”.
El periodismo es, ante todo, un compromiso con la verdad, incluso cuando esta implica riesgos y amenazas. Hay verdades poderosas que enfrentan la censura imperialista, pero también un pueblo decidido, que se reinventa y construye su destino con trabajo y esperanza. Esa es la Venezuela real, la de millones que crean y aportan cada día.
El periodismo es una habilidad que nace de la pasión y la formación constante: escritores, fotógrafos, editores, analistas y locutores que buscan comunicar con integridad.
Recuerdo las palabras de Gabriel García Márquez, un maestro del oficio, quien definió el periodismo como “una pasión insaciable, una servidumbre que se alimenta de la imprevisibilidad de la vida”, un oficio voraz y sin tregua, que exige entrega total.
Aunque algunos anuncian la muerte del periodismo por la revolución digital, la realidad es otra: el periodismo está más vivo que nunca, renaciendo en los ojos de estudiantes, en la pluma de articulistas y en los micrófonos que capturan voces. En la era de los “influencers”, el periodismo se reinventa y abre nuevos caminos.
Honramos a quienes nos legaron valentía y herramientas, a los héroes que despejaron el camino. Carabobo es un ejemplo vivo de medios y comunicadores que honran esta tradición.
El periodismo se aprende haciendo, caminando las calles, conociendo a las personas detrás de cada historia, con empatía y acción.
Nos toca adaptarnos, y aunque el cambio es constante, en 2025 es más urgente que nunca. Debemos proteger la esencia del periodismo, pero también abrazar la modernidad. El periodismo es un estilo de vida que exige reinventarse y cuestionarse sin cesar.
En tiempos donde la exclusión social persiste, debemos recordar que el periodismo no puede elitizar ni dividir. Hacemos un llamado a las nuevas generaciones para defender una profesión inclusiva, que no sea privilegio de unos pocos.
Volvamos la mirada hacia la gente, la verdadera audiencia, que espera verse reflejada en nuestras historias. No siempre es la audiencia que preferimos, pero es la que nos necesita. Nuestro esfuerzo revela vidas auténticas y valiosas.
Carabobo ya es un ejemplo nacional por su pujanza. Hagamos que sea también un modelo de periodismo para todos.
Deja una respuesta