Diez universidades de élite en Estados Unidos, incluyendo instituciones de la Ivy League, formaron un grupo para coordinar su respuesta a las presiones de la administración Trump sobre su financiación federal. El grupo se estableció tras las amenazas y requisitos impuestos por el gobierno a estas instituciones.
El grupo, compuesto por líderes y altos funcionarios universitarios, discutió las líneas rojas que no cruzarían en las negociaciones con la administración. Su objetivo principal fue evitar que cualquier miembro individual aceptara acuerdos que pudieran establecer precedentes problemáticos para otras universidades.
Varias universidades, como Harvard, Columbia y Princeton, enfrentaron amenazas de reducción de fondos federales. Estas amenazas provinieron de informes del “Grupo de trabajo federal para combatir el antisemitismo” creado por la administración Trump, así como de acusaciones de aplicar políticas de “discriminación positiva” y de no promover la “diversidad de ideas”.
La administración Trump acusó a algunas de estas universidades de permitir actos antisemitas en sus campus, especialmente tras las manifestaciones propalestinas del año anterior. 1 En el caso de Columbia, la administración exigió medidas como la contratación de seguridad en el campus y la prohibición del uso de mascarillas quirúrgicas, como condiciones para mantener los fondos federales.
La formación de este grupo ocurrió una semana después de que Harvard demandara a la administración Trump para recuperar sus fondos federales, que fueron retirados tras la negativa de la universidad a cumplir con ciertos requisitos gubernamentales. La administración Trump respondió congelando fondos por valor de 2.200 millones de dólares y amenazando con eliminar la exención de impuestos de la universidad. 1
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