Trabajadores migrantes de todo el mundo trabajaron como esclavos en los estadios de la Copa del Mundo en Qatar en condiciones cuestionables. Los sindicatos describen la situación como esclavitud moderna.
Sujan Mia, de Banglades, fue a Catar para dar a su familia una vida mejor. Regresó en un ataúd. Las circunstancias de su muerte nunca fueron aclaradas. El keniano Malcolm Bidali también trabajó en Catar, y acabó en la cárcel. Hoy, está de vuelta en su país y quiere ayudar a otros trabajadores inmigrantes. Pero a pesar de la gran atención que rodea a la Copa del Mundo, parece difícil que se produzcan cambios en Catar.
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Migrantes procedentes de Bangladesh, India y Nepal que trabajan en la reforma del emblemático estadio Jalifa y el ajardinado de las instalaciones deportivas y zonas verdes circundantes, la denominada “Aspire Zone”, están siendo explotados. Algunos son objeto de trabajo forzado. No pueden cambiar de trabajo, no pueden salir del país y suelen tener que esperar meses para cobrar sus salarios. Mientras, la FIFA —organismo internacional de gobierno del fútbol—, sus patrocinadores y las empresas de construcción implicadas se preparan para obtener ingentes beneficios económicos de la celebración del torneo.
Informacion de DW – amnesty
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