He tomado el titulo de este artículo de la admirable obra “Lo Afirmativo Venezolano” del profesor, Augusto Mijares. Un libro que examina la historia venezolana a partir de las virtudes de sus protagonistas, en oposición a la interpretación pesimista que considera que sólo lo peor de la realidad universal es característico de la “realidad venezolana”.
Mijares enfrenta esta visión envilecedora de la historia buscando en el pasado del país la tradición de generosidad, elevación y desinterés, que es también parte de la realidad venezolana.
Aun en las épocas más funestas de nuestro acontecer político, señala el autor, “no se perdieron totalmente aquellos propósitos de honradez, abnegación, decoro ciudadano y sincero anhelo de trabajar para la patria”.
Esta interpretación de los rasgos ejemplares de los venezolanos más eminentes por sus virtudes, en pro de la formación de una conciencia política optimista en el colectivo, es necesaria hacerla con los más nobles ciudadanos que han dejado testimonio positivo en la memoria histórica de nuestra ciudad. Y así buscar las raíces afirmativas del pasado local, que sirven para reconstruir las virtudes cívicas y buenas costumbres políticas de la valencianidad.
Acorde a esta perspectiva, un testimonio de vida de un valenciano que cumple con el tema más eminente en la obra de Mijares: La pervivencia de los principios morales en la historia del país, se encuentra en el desempeño de la función pública de Luis Núñez Pérez.
Un insigne ciudadano que le sirvió a su ciudad natal Valencia, con gran desinterés personal y con profundo amor para hacerla grande.
Luis Núñez Pérez fue uno de los siete ilustres concejales del municipio que impulsaron el desarrollo económico e industrial de Valencia.
En mayo de 1964, luego de su reelección como concejal, en las segundas elecciones de la democracia venezolana, entregó una carta al presidente de la cámara municipal, donde explicaba con extrañeza, el haber recibido Bs. 950,00 que según información del cajero de las rentas municipales correspondía a la cancelación por su asistencia a cinco sesiones del Consejo Municipal.
Más adelante indica que debe existir un error, porque no le tocaba por ningún motivo cobrar el dinero de cuatro sesiones a las que no asistió, estando de permiso por 30 días. Junto a la correspondencia entregó los Bs 800,00 que le habían pagado de más, para ser integrados a las rentas municipales.
El acto de probidad de este extraordinario valenciano que sirvió por 11 años a la municipalidad, salva el recuerdo de la virtud fundamental de los fundadores de la democracia: La honradez.
Otro aspecto de nuestra tradición pesimista presente en los trabajos de Augusto Mijares, es la labor de los sembradores de cenizas, esos que se empeñan en regar esterilidad sobre el suelo de la patria.
Los sembradores de cenizas en nuestro tiempo, son aquellos que se empeñan en utilizar las nuevas tecnologías, (RRSS), para deformar con juicios despreciativos cualquier acto positivo del individuo, afirmando sin argumentos que nadie ni nada sirve, que todos estamos corrompidos, poniéndose a sí mismos, como paradigma de las virtudes opuestas.
De eso se trata “Lo Afirmativo Valenciano”, de recoger y divulgar la otra realidad de Valencia. La que construyeron con sus vidas cientos de hombres y mujeres que asumieron con pasión y empeño nuestro gentilicio, patrimonio cultural y riqueza histórica.
Nos corresponde entonces, formar un corpus de principios con sus virtudes, que debe sentar tradición en Valencia.
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