La migración no la inventó el chavismo, pero la perfeccionaron: por Gonzalo Martín

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Es absolutamente falso que el venezolano no migraba; siempre lo ha hecho.

1913, la compañía Caribbean Petroleum perfora con éxito el primer pozo de petróleo en Venezuela, siendo Juan Vicente Gómez dictador de Venezuela. El primer pozo fue el Barbabui 1.

En 1914, la Caribbean Petroleum perfora el Zumaque I llegando a producir hasta 200 barriles de petróleo al día, lo cual permitió crear el primer gran campo venezolano de petróleo: El Campo Mene Grande.

Para 1922, revienta el pozo Barroso 2 que durante nueve días estuvo arrojando sin control unos 100.000 barriles diarios del oro negro, justo antes de ese momento ya Venezuela producía un promedio de 6.000 barriles diarios.

Pues bien, hasta el año 1922 Venezuela fue un país netamente agrícola, vivía de lo que producía la tierra, tanto para abastecer el mercado interno como generar lo suficiente para exportar. La ganadería que si bien no era su mayor fortaleza tampoco se daba mal.

Las regiones agrícolas estaban sumergidas en el abandono por parte del Estado; la falta de servicios y atención gubernamental mantenían a la población sumergida en condiciones exageradamente precarias.

No fue sino hasta la llegada del “boom” petrolero de la década de los 20’s que el interés internacional en la extracción del petróleo que los campos petrolíferos se fueron convirtiendo en generador de fuentes de trabajo, así como también las dos más grandes ciudades de Venezuela, Caracas y Maracaibo se fueron convirtiendo en las zonas urbanas donde el desarrollo financiero crecía al mismo ritmo que progresó el negocio petrolero.

Es allí, en la Venezuela de 1920 que el venezolano entendió que si requería de mejorar su nivel de vida debía migrar.

Miles de venezolanos comenzaron a mudarse desde los estados agrícolas a los campos petroleros; luego, el negocio de la extracción del petróleo fue creciendo y fue colonizado ciudades creando no sólo más fuentes de trabajo, sino que, gracias al bienestar económico se fue creando una mejora notable en las condiciones de vida para el ciudadano; la electricidad, la distribución de agua, la edificación acomodada, las mejoras en el transporte público, la creación de escuelas y hospitales fueron dejando olvidada toda la historia agrícola desarrollada en el país hasta esos años.

La gente comenzó a migrar, venían del campo a las ciudades, tan fuerte fue el empujón migratorio, que las ciudades no estaban preparadas para recibir esa gigantesca ola migratoria y fue asi que se comenzaron a crear viviendas en las periferias urbanas en condiciones de construcción similares a las que ellos conocían en el campo, ¡los ranchos pues!.

Entonces ¿por qué vivir en una ciudad en las mismas condiciones que en el campo?

En las ciudades existía un porvenir provechoso, estable y de mayor facilidad de vida comparado con la zona rural de donde provenían.

Por supuesto, aunque no tan rápido, el resto de las ciudades se acomodó al bienestar de la repentina riqueza y progreso de la construcción y el comercio, generando así más necesidad de mano de obra en ciudades como Valencia, Maracay, Barquisimeto y la facilidad del éxito económico del país fue tomando poco a poco al resto del país, nucleándose principalmente en las ciudades.

Estas crecieron tanto en lo urbano como en lo suburbano.

El campo fue abandonado progresivamente.

Pues bien, este fue el primer gran movimiento migratorio del venezolano, movimiento este que no se ha detenido hasta el día de hoy.

Es así que decir que el venezolano nunca se caracterizó por ser migrante es falso; rotunda y definitivamente falso.

El ser humano por su propia característica de sobrevivencia no sólo busca un mejor vivir, también huye de la miseria y de las precariedades de vida.

Y es así que el venezolano no se diferencia de ninguna otra nacionalidad en este aspecto.

El asunto es que en la migración que acabo de describir, se produjo dentro de la misma Venezuela, ya que el país le seguía ofreciendo las oportunidades esperadas y necesitadas; o sea, seguía generando riqueza para él y para su país, lo más lejano que las familias eran separadas era lo que tardaban en reencontrarse por carretera, aún con las precariedades del transporte de la época.

La diferencia del ayer al hoy en Venezuela es que el venezolano no encuentra posibilidades de sobrevivencia en su propio país y es entonces cuando debe emigrar superando las fronteras.

Una cosa fue el improvisado desorden del repentino crecimiento de la economía en el país por el éxito petrolero, a lo que según parece la intencionalidad por parte de esta “revolución” en empujar al venezolano a huir del país por diferentes causas, la económica y la peor de todas… la política.

Aun recuerdo a Hugo Chávez en una de sus interminables e inútiles peroratas decir: “el qué no esté de acuerdo con la revolución, se puede ir” en clara referencia a marcharse del país, “ya que la revolución llegó para quedarse” remató diciendo el pichón de tirano en esa oportunidad.

“Al pobre hay que seguirlo manteniendo pobre” dijo una vez Giordani siendo ministro chavista.

También recuerdo en una amena conversación, por supuesto hace años, con el ilustre periodista Oscar Yanes nos dijo a mi hija Sabrina Martín y a mí lo siguiente:

“Lo más criminal de Chávez, es que ataca el ingreso del venezolano, a su fuente de trabajo, llevándolo a pasar hambre, eso no lo hizo ni Perez Jimenez”

Es que el chavismo aprendió muy bien la enseñanza cubana; no hubo nada mejor para Fidel Castro  que las clases pudientes y preparadas de la época en la isla se mudaran para USA, dejándo el camino despejado de una oposición política preparada y con poder económico.

Pues bien, eso es lo mismo que ha intentado el chavismo desde siempre, desalojar al ciudadano pensante y productivo y reemplazarlo por su nueva casta privilegiada roja-rojita.

Por eso a Fidel le fue mucho más fácil controlar su país que Chávez a Venezuela. El venezolano no se fue tan rápido como, quizás, los rojos esperaron.

Ha sido la población venezolana la que en varias oportunidades le ha podido poner la mano en el pecho a la tiranía.

Esto es una de las cosas más criminales que ha hecho el chavismo en Venezuela, separar familias, pretender dejarlo hueco para volverlo a llenar con sus élites; asunto este que si bien ha avanzado mucho, aún no han podido complacerse plenamente en su aspiración.

Ese es el ideario criminal del chavismo, hacerse del país, volverlo complaciente y para eso debían deshacerse de lo incómodo, que es la gente con voluntad y pensamiento propio y esto lo ha venido haciendo generando caos, inestabilidad e incertidumbre a través de la pobreza y la violencia criminal tanto gubernamental como pública y social.

O sea, el ideario “revolucionario” es absolutamente hijo de puta; ya que hay pocas cosas mas desgraciadas que estimular la separación de las familias, la pobreza y la muerte de desesperados inocentes en largas e inhóspitas caminatas o también ahogados navegando hacia un futuro menos desgraciado. Pero peor aun, burlarse de los emigrantes como lo ha hecho Nicolas Maduro, y por si fuese poco utilizarlos para su propaganda como recientemente hizo con los venezolanos cruelmente tratados en Chile.

Así, tal cual.

¡Allí les dejo eso!

NOTA: Hoy no quise escribir sobre política actual venezolana, ya que las últimas acciones y posiciones de la oposición me han dado algo de asco, y antes de atacar a los míos, sigo develando la ruin e inhumana actitud del chavismo, esperando que la oposición se reencuentre.

Ahora si…

¡Allí les dejo eso!

 

Gonzalo Martín 

IG / TW: @gmartin1961

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