Antes de comenzar estas líneas de opinión pretendo dejar claro que no soy economista, solo un simple sujeto que utiliza su sentido común para opinar lo que ve y siente estando en la calle como cualquier ciudadano.
Dicho esto, repito la pregunta que me he hecho: ¿Estamos bien?
Por supuesto, la primera parte de mi respuesta es otra pregunta:
¿Bien comparado a cuando?
Si comparamos el hoy a cuando crecimos en lo social, político y económico en los 70’s, 80’s y hasta en los 90’s por supuesto ni de vaina; pero hoy quiero hablar del bolsillo nada más, del bolsillo de todos ya que en Venezuela hay unos muy pocos bolsillos muy grandes y unos muchos muy pequeños y con huecos, por demás.
La época democrática en Venezuela fue de un crecimiento económico constante que se traducía en bienestar. Por supuesto, eso trajo algunos de los problemas que nos pusieron donde estamos hoy, pero la gran mayoría de los venezolanos tuvimos las mismas posibilidades para crecer y desarrollarnos, ser propietarios de nuestras vidas y de nuestros bienes adquiridos con esfuerzo propio.
Llegó el chavismo e inmediatamente comenzó el “boom” petrolero, así como en los 70’s esta vez la clase media se convirtió repentinamente en nuevos ricos, los pobres también notaron mejoría, y por supuesto Hugo Chávez creó su nueva clase millonaria producto del favoritismo Estatal a los negocios por medio de su afinidad revolucionaria, además los ricos tradicionales se hicieron más ricos ya que el dinero era muy difícil de esconder.
Muchos de nosotros, de cualquier estrato social compramos carros, apartamentos, viajamos, etc.
De repente, el dinero se acabó, el precio del petróleo bajó y el pillaje constante a las arcas del país dejaron la bóveda vacía y además comprometida.
Nos volvimos un país desinflado, víctima de nosotros mismos y de unos saqueadores que tenían todas las claves de las cuentas bancarias del Estado.
El chavismo comprometió el petróleo a futuro, entregaron yacimientos en la faja petrolífera, se inventaron el arco minero para entregarlo como pago de sobrevivencia política. El mundo comenzó a identificar a Venezuela como un país dirigido por narcotraficantes como negocio para medio sobrevivir ya que la fuente original se había secado.
Entonces vinieron las protestas con la represión y violencia gubernamental y Maduro dió la mejor de las razones al planeta para considerarlo dictador, aparte de la etiqueta de narcotraficante.
Pero los negocios turbios no se detuvieron, donde había… saquearon, y ese capital había que lavarlo, entonces ahora también son identificados como agentes lavadores de activos.
Es así que desde los EEUU y Europa impusieron restricciones al movimiento de capitales sospechosos cuyo origen fuese Venezuela.
Sanciones las llaman.
Entonces, cuando uno ve hoy en Venezuela algunos indicios de prosperidad…
¿Estamos bien?
Pues mi respuesta es:
Si, vamos bien.
Hoy en día hay más gente con trabajo que hace dos años, y al que pasa hambre y puede comer eso es bueno y si eso le sucede al inocente y víctima de los depredadores rojos, entonces me alegro y si… si ellos y nosotros están(mos) bien entonces es bueno.
Pero el bienestar hasta ahora no es ficticio, pero sí reducido, muy reducido es correcto pero se está expandiendo lentamente, demasiado lento para las necesidades, pero está ocurriendo. Es un hecho.
Dicen que el muy pequeño desarrollo económico del país es producto de las sanciones y que esos capitales para no ser perseguidos en el exterior deben ser ahora ser blanqueados en Venezuela, pues todo apunta a que es así.
Pero lo veo del lado bueno, tradicionalmente el lavado de capitales lo hacían (como efectivamente hicieron) en otros países, pero ahora imposibilitados de hacerlo en el exterior lo están haciendo en el país, o sea de una manera muy poco ortodoxa están devolviendo lo robado. No lo están pagando con cárcel y tampoco lo hacen de gratis, recuerden que se supone es lavado de dinero y eso debe generar ganancias.
Pero esa inversión ahora está comenzando a generar empleos; y francamente yo prefiero que esos empleos sean en Venezuela que en España, USA o Malasia.
El crecimiento de un país, cuando es sustentado suele ser de abajo hacia arriba, un zapatero remendón crece y pide un préstamo y termina montando una zapatería y así en todas las áreas, de abajo hacia arriba; hoy en Venezuela es al revés, es de arriba hacia abajo, llueve el dinero que es invertido en casinos, equipos deportivos, bodegones, hoteles y posadas y otros tantos negocios que hoy en día aparecen de la nada sin un mercado y sin una necesidad; pero estos negocios llevan comida al hogar que hace un par de años antes no tenían.
Ojalá, ese dinero que se devuelve al país a partir de las sanciones comience a llegar a la industria, no únicamente al comercio ya que esa es la manera de crecer de manera consolidada y sostenida, no superficial como está sucediendo hoy.
¿Estamos bien?
No lo suficiente. Ni siquiera un buen comienzo, pero hay una luz, allá al final de un túnel de cientos de kilómetros.
¿Ese bienestar es producto de dinero mal habido?
Si, quizás; pero hoy hay familias llevando dinero a sus casas que antes no podían.
¿Se puede decir que en Venezuela hay prosperidad económica?
¡NO! No la hay y estamos a años de poder hablar de ese tema.
Hoy Venezuela sigue siendo una sombra en el mundo, una mancha de lo que fue.
Mueren niños de hambre y por enfermedad en los hospitales, no hay servicios, todo es un maldito desastre, pero hoy, de 1000 familias si cien pueden comer que hasta hace un par de años no podían, entonces es bueno.
Y por esos cien me alegro y quisiera que fuesen 500 y 800. Así que espero que ese dinero venga de donde venga, se siga invirtiendo en Venezuela.
¡Nos hace falta!
Allí les dejo eso!
Gonzalo Martín
IG / TW: @gmartin1961
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