Cuando se analizan las reacciones del colectivo ciudadano ante el ejercicio de sus funciones por parte de la dirigencia política del país antes y después del 6 de Diciembre del año pasado, salta a la vista a toda luz, la idea de que gran parte del verdadero origen de la mayoría de nuestros problemas políticos como nación, radica en el deteriorado sistema de partidos que impera en Venezuela. Más allá de un arquetipo moderno de marketing político, la construcción de verdaderos y democráticos partidos, es el gran reto político de la Venezuela del mañana. El asunto es primario, por tanto amerita un tratamiento real y sincero. Aquí vamos con nuestra entrega de hoy.
Intenciones que no bastan
La concepción de un partido político viene de la definición propia de la democracia. Hablar de un partido nos conduce a: ideas, argumentos, debates, alianzas, desacuerdos, consensos y otras tantas palabras presentes también, en una democracia. Pues bien, el drama de nuestra actual y cada vez más agónica democracia, lo está viviendo al unísono el actual sistema de partidos en Venezuela.
En días pasados me llegó a mis manos una encuesta de una firma internacional, donde se afirma que el 83% de la población votante del país no cree en los partidos políticos. Ante eso, más de uno se pregunta: ¿Cómo alguien en Venezuela puede querer militar en un partido? La política en verdad apasiona, y a quienes estamos incursos o cerca de ella, poco nos desanima esos números tan adversos. Pienso que la mayoría de militantes, dirigentes y colaboradores de los partidos, nos involucramos con la firme intención de mejorar dichas organizaciones políticas. Quisiéramos que nuestros partidos fuesen los mejores y que la aceptación electoral tuviese números porcentuales muy altos. Lamentablemente hace falta mucho más que sólo buenas intenciones. Si no acompaña a la buena intención una ACCIÓN EFICAZ, poco se logra. Hay que entender que construir un partido o solidificarlo es un asunto relevante, que amerita seriedad en el trabajo organizativo, capacidad grupal en la suma de voluntades, talento individual para la captación de simpatías electorales, respeto colectivo al disenso interno, y muchos otros factores de gran influencia. La estructuración de un partido político es un asunto serio, laborioso, de muchas responsabilidades. Y eso, casi nadie de nuestros actores políticos en el orden nacional y regional (Carabobo), bien oficialista u opositor, lo asume a cabalidad. El alto grado de improvisación y desorganización, aunado a la poca vocación democrática (en lo interno) de nuestros partidos, así lo certifica.
Lo saben y lo callan
Si le preguntáramos a cada uno de los militantes y dirigentes de cualquier partido político en Venezuela, desde el PSUV a Copei o AD: ¿Cómo quieres que sea el partido al que perteneces?; de seguro encontraríamos respuestas como: un partido de avanzada, un partido trabajador, un partido honesto, y así otros tantos calificativos que engloben una organización positiva. Sin embargo, la respuesta más repetida y espontánea que darían y que refleja la esencia misma de su militancia partidista en una “sociedad democrática”, es que sea un partido VERDADERAMENTE DEMOCRÁTICO. Y es que ese es el meollo del asunto. Un desastre es lo que vivimos: nuestra democracia como sistema social fallece y la democratización de nuestros partidos es cada vez más inexistente. Lo peor de todo, es que la totalidad de las dirigencias nacionales de los diferentes partidos en Venezuela, todos sin excepción, lo saben… y lo callan. Como bien diría mi estimada Soledad Morillo: “El silencio es el asesino de la democracia”; yo agregaría: y de los partidos políticos también.
El sueño de unos pocos
Un partido tiene que ser un órgano capaz de dotar a nuestra sociedad, de instrumentos políticos capaces de expresar su necesidad real de ciudadanía y justa solución. Es un asunto que va más allá de ser una agrupación con personas preparadas en la gerencia pública. Se necesita solidez en valores y características actitudinales positivas; que acompañadas de unas pautas organizativas bien establecidas, permitirán asumir el necesario reto de “humanizar” a la política… darle cuerpo y alma al tema de la “justicia social”. El ejercicio de los partidos políticos en Venezuela debe transcender más allá de Maduro y su gobierno, así como también, estar por encima de una deficiente unidad opositora. Sin dudas, se requiere un esfuerzo modernizador, de dimensiones muy nobles. Por ahora, es el sueño de unos pocos… Dios quiera que se expanda y logre cuajar como esfuerzo colectivo de muchos.
POST SCRIPTUM: En los días que corren de mi vida profesional y política, me resulta oportuno recordar lo escrito por Edmund Burke: “Quienes emprenden grandes obras de utilidad publica, tienen que estar a prueba de las dilaciones más fatigosas, las desilusiones más penosas, los insultos más ofensivos y lo que es peor aún, los juicios presuntuosos de los ignorantes”.
Iván López Caudeiron. Licenciado en Administración con especialización en Gerencia Política y más de 20 años de experiencia gerencial en la Administración Pública. Ex concejal de San Diego (2005 – 2013). Presidente de la A.C. Alianza Vecinal San Diego. Coordinador Regional de Voluntad Popular Carabobo.
Twitter / Instagram: @IvanLopezSD
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