La CRBV en su exposición de motivos habla claramente del “empoderamiento al Poder Popular”.
Rápidamente dejemos claro algunas definiciones:
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Empoderamiento:
“Adquisición de poder e independencia por parte de un grupo social desfavorecido para mejorar su situación”
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Poder Popular:
“Concepto que implica el ejercicio efectivo por parte del pueblo organizado”
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Franquicia:
(En una de sus acepciones): “Privilegio que se le concede a una persona -o grupo- para librarla de ciertos impuestos por el uso de un servicio público o privado”
Y bien, con estas concepciones es que el chavismo comenzó a otorgar franquicias del país.
La primera gran transferencia (franquicia) de poder que recuerdo del chavismo fueron los “Círculos Bolivarianos” (“Los círculos bolivarianos son organizaciones de base creadas para la formación y la difusión entre la población de las ideas de la Revolución Bolivariana, promovida por el fallecido presidente de Venezuela Hugo Chávez” -Wikipedia-) que comenzaron no únicamente como un ente propulsor de la ideología chavista, se convirtieron en fuerzas de choque muy violentas contra todo lo que les “sonara” a protesta social demócrata; estos, se fueron devaluando hasta llegar a simples “sapos” hoy llamados rimbombantemente como “patriotas cooperantes”.
Y así, el chavismo fue perfeccionando el proceso de otorgamiento de licencias de poder entre la sociedad venezolana.
Otra franquicia muy violenta son las “Zonas de Paz” (según Wikipedia: “Las zonas de paz es un eufemismo que reciben las zonas en Venezuela delimitadas por el gobierno nacional donde los funcionarios policiales no pueden ingresar a la localidad a realizar operativos a cambio de que los delincuentes de la zona no cometan crímenes”).
Es obvio que estas “Zonas de Paz” es el pago por parte del régimen a grupos de delincuentes para tener a su disposición la violencia que solo ellos pueden ejecutar sin mayor persecución, castigo y mucho menos responsabilidad por parte del Estado para control social.
De allí se crearon los “Trenes”; como el lamentablemente famoso “Tren de Aragua” y otros grupos delincuenciales extremadamente violentos y asombrosamente armados que controlan a muy buena parte del país. Tanto así que hasta entre estas mismas franquicias de la violencia se asocian entre ellas para delinquir. Si no, preguntenle al “Coquí” del cual haré un pequeño comentario al final de estas líneas.
Otra franquicia creada en revolución fue el “pranato” que hasta un ministerio pareciera que le pusieron a disposición, ¿o es que acaso desde Miraflores han logrado controlar las cárceles y los delitos desde allí organizados, las fastuosas fiestas o hasta el colmo de decir que son capaces de utilizar (armar) a los presos para que salgan a defender “la revolución”?
Otra franquicia del poder y la violencia otorgada desde la dictadura son “Los Colectivos”, organizaciones de tipo ideológico que sin ningún prurito con violencia amedrentan y atacan a la sociedad que exige sus derechos democráticos. Por todos es conocido que parte del pago que reciben estos “funcionarios” no oficiales es la administración y vigilancia de las estaciones de servicios. Aunque hay colectivos de función social, no por eso es que se hacen notar, lo que más resalta son sus actividades violentas represivas. O sea, son grupos paramilitares al servicio del régimen venezolano que están estrechamente ligados a la delincuencia común.
Este es el empoderamiento al que se refirió el constituyente chavista a la hora de redactar la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela.
A fin de cuentas, el empoderamiento es otorgar franquicias o “patentes de Corso” a grupos violentos para mantener control de la sociedad. En donde esta alianza de cómplices salen beneficiados tanto los franquiciados como los franquiciantes.
Pero las franquicias no son únicamente en el área de la violencia, también las hay en el área territorial, en el área política y en la económica.
Cubanos recibieron su respectiva concesión en la administración de notarías, registros, salud, injerencia militar y otros a cambio de asesoría represiva y de inteligencia.
Iraníes y chinos en minería y negocios a cambio de préstamos y productos.
Rusos, principalmente por el interés de estos en la cobertura geopolítica a cambio del impago de sistemas militares de defensa.
El chavismo delegó la administración del Estado en franquicias; diversificó el poder para mantenerse en Miraflores y crear sus propios negocios.
Es la perfecta relación “ganar – ganar”, donde el que pierde es el pueblo, la gente, sean los incautos chavistas que algún día lo fueron, los que hoy en día aún les quedan y los que nunca lo fueron.
El venezolano que hoy en día padece de todas las entregas del país tanto a fuerzas extranjeras como a las creadas por ellos en lo interno.
Al final, el “empoderamiento” resultó ser el otorgamiento de franquicias para beneficio propio.
De hecho, el chavismo en Venezuela es el franquiciado de un franquiciante internacional mayor con sucursales ya instaladas en otros países.
Este texto lo escribo luego de la situación (ya) regular que se presentó el pasado viernes 19 a raíz del supuesto intento por parte de la banda criminal del “Coquí” de tomar un puesto de la GNB en la zona de la “Cota 905” de Caracas.
Esto sucedió justamente el mismo día que se hizo pública la negociación entre la dictadura y los representantes de Juan Guaidó para traer vacunas contra el COVID.
¡Esto sí fue una noticia! En la cuál no había que hurgar mucho para darse cuenta que en Miraflores agacharon la cabeza y tuvieron que reconocer a Guaidó y sentarse con él.
¡Qué casualidad!
La tendencia noticiosa en Venezuela del viernes fue “El Coqui” desplazando la importancia de las doce (12.000.000) millones de dosis que llegarán pronto a Venezuela gracias al interinato.
¡Allí les dejo eso!
Gonzalo Martín
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