El error de Pérez Jiménez por Gonzalo Martín

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Este próximo sábado 23 de enero se cumplirán 63 años de la huida del antepenúltimo dictador (hasta ahora) de Venezuela, Marcos Evangelista Pérez Jiménez.

Por cierto, antes de continuar debo aclarar que cualquier parecido con la actualidad no creo que sea ninguna coincidencia.

Marcos Pérez Jiménez fue durante los años 1948 y 1950 quien condujo la Junta Militar de Gobierno que rigió el país en esa época junto con otros dos siniestros personajes; es que claro, nadie que actúe dando golpes de Estado siendo una actividad subversiva, por ende escondida, se les puede llamar de otra manera que “siniestros”; en fin, compartió este mandato junto con Luis Felipe Llovera Páez y Carlos Delgado Chalboud. Junta de gobierno que se instaló cuando le dieron un golpe de Estado al Presidente Rómulo Gallegos.

La historia de estos golpistas es truculenta y cobarde, como la de todos los golpistas.

Intereses personales más que políticos rodean las miserias en nombre de la Patria, y como advertí líneas más arriba, esto no es nuevo.

Esos años marcaron la manera de conducir a Venezuela, limitando libertades ciudadanas y prohibición de partidos políticos contrarios. Persecución, represión y crímenes políticos se iban perfeccionando durante el mandato de esta Junta de Gobierno (¡Caramba! ¿Donde habré leído esto antes?)

Para el año 1950 la junta militar de gobierno decide que debe disolverse para promover unas elecciones cuyo candidato sería Delgado Chalboud, pues esto resulta que no le gustó a alguien y un día es secuestrado y asesinado.

Pérez Jiménez entonces promueve unas elecciones donde por supuesto, él es el ganador (¡qué casualidad!), y entonces en 1952 apoyado por los militares y sumisos políticos en el Congreso de la época asume la presidencia de la República de Venezuela (¿les parece conocido?).

Cómo en las clásicas represiones dictatoriales, los principales partidos, Acción Democrática, Copei, Unión Republicana Democrática fueron prohibidos (¿les suena?) y sus dirigentes fueron implacablemente perseguidos (¿les parece conocido otra vez?) los cuales algunos con suerte y posteriormente con suerte también para Venezuela, pudieron exiliarse, pero otros fueron “desaparecidos” y/o asesinados (recuerden que estoy contando una historia de los 50’s; no se me confundan)

Las torturas eran el pan de cada día en la persecución de la valiente oposición que, clandestina, buscaba llegar a la gente para sacar al dictador del poder (¿Déjà vu?).

Bueno, y así pasó el tiempo, la persecución fue tan grotesca que la oposición fue ganando terreno en el pensamiento popular, y la conciencia ciudadana comenzó a entender que no eran libres, que seguían sometidos al antojo de un solo grupo en el poder (¡Umjum!)

Y así comenzó la presión social, el descontento empujaba y empujaba hasta que llegaba a la conciencia de los que en realidad sostenían a la dictadura: los Militares (en serio, esto también sucedió en esos años).

Las presiones populares se hicieron sentir de abajo hacia arriba, llegando hasta a las mismas cúpulas del poder y sus entornos, familiares y amigos.

O sea, la dictadura Perezjimenista comenzaba a hacer aguas en sus bases, las fuerzas armadas.

En noviembre de 1957, tal era la presión, que el dictador anuncia un referéndum para disfrazar su dictadura de democracia, y así la gente creyera que podría opinar y que su voto sería válido (ya les dije, esto sucedió en la década de 1950, síiiiii en 1950). Originalmente estaban convocadas unas elecciones generales pero las cambio a conveniencia por el referéndum modelo Emparan (Que cosas, ¿No?)

Es así, que por terquedad del gordito dictador se llevó a cabo el referéndum falseando los resultados (bueno, ya están suficientemente advertidos desde el comienzo de estas líneas); ok, para hacer el cuento corto, la gente obstinada se le terminó de alzar, el dictador con los que pudo agarraron sus cosas y se marcharon cuando ya veían todo perdido, así suelen ser ellos de valientes ¿que les puedo decir?

El descontento era ya incontenible que se realizaban huelgas, el rechazo al referéndum fue descomunal, era tal ya la debilidad que la dictadura poco podía impedir que se hicieran pequeñas manifestaciones donde se repartirán panfletos democráticos; o sea el rey estaba quedando desnudo (¿Que tal? ¿Les suena verdad?)

Entonces el 23 de enero de 1958 Marcos Pérez Jiménez huyó de Venezuela lo más rápido que pudo. Después trató de volver a la política pero prefirió morir exiliado después de muchos años en España, en una mansión que debería haber sido recuperada para el país, ya que sabemos de dónde sacó el dinero para comprarla. En fin, esta historia que les debe parecer muy conocida, es la que se conmemorará este próximo sábado.

¡La huida del dictador!

Yo no puedo decir que haya caído, el sujeto simplemente… ¡huyó!

¿Saben cuál fue el error de Pérez Jiménez?

Creó prosperidad, y eso permitió que la gente pensara. El pueblo progresó económicamente y no se tenía que ocupar de buscar comida, ni mendigar salud, ni siquiera de hacer colas para surtir de gasolina y la delincuencia no era problema.

La gente pudo instruirse y pensar, y eso fue lo que, un pueblo con personalidad propia y definida logró hacer correr al dictador, únicamente con presión social.

Si el dictador hubiese tenido a la gente dominada a través del hambre y las necesidades, dependiendo de las dádivas del régimen, quizás no hubiese tenido la fuerza de acorralarlo y sacarlo del poder.

Pero la historia enseña y todos aprenden, incluso los malos.

El error de la dictadura Perezjimenista fue no hacer pasar hambre a la población.

Allí les dejo eso!

 

Ah! Llovera Páez, como nunca le llevó la contraria a Pérez Jiménez murió de viejo en Caracas en 1977 (la democracia fue muy generosa)

 

Gonzalo Martín

IG/TW: @gmartin1961

Foto: tiempodepolitica

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