A 98 días de las elecciones en Estados Unidos, los sondeos en general dejan en mal lugar, es decir, como perdedor, al presidente Donald Trump. Nada nuevo para él, que ganó en el 2016 para desmentir a la inmensa mayoría de las encuestas. Sin embargo, la mala gestión de la Covid-19, según cree una amplia mayoría de estadounidense, no solo se ha expresado en este estado de opinión. Hay grietas entre los republicanos.
Liz Cheney, uno de los apellidos más sobresalientes y número tres en las filas de los conservadores de la Cámara baja, ha recibido el azote de sus colegas más radicales. A ella se le ocurrió salir en defensa del doctor Anthony Fauci, la voz de la ciencia en la Casa Blanca al que no le ha temblado el pulso ni la voz para contradecir los hechos alternativos o el realismo mágico del presidente.
A las pésimas relaciones con la familia Bush, ahora la fundación Ronald Reagan, faro de los conservadores al que Trump ha intentado vincularse, solicitó a la campaña del presidente y a los republicanos que dejen de utilizar el nombre y la imagen del icono de la eterna sonrisa.
John Bolton, exconsejero de Seguridad Nacional en la administración Trump, publicó hace poco un libro en el que descalifica al que fuera su jefe. Le consideraran sin capacidad para comandar al país más poderoso del mundo. Y solo hace unos días salió el volumen de Mary Trump, sobrina del presidente, que lo califica de “disfuncional”.
El núcleo conservador sigue mostrando un extenso apoyo a Trump. Pero esos notables nombres son indicios de lo que emerge como un renovado impulso de los colectivos republicanos del movimiento Never Trump , nunca Trump, que parecía enterrado tras la victoria del magnate inmobiliario hace cuatro años.
“La diferencia en el 2020, que no se vio en el 2016, es la cantidad de gente dinero en apoyo de esos grupo críticos”, dijo Karen Finney, exportavoz de Hillary Clinton. Un creciente número de millonarios conservadores, que ven en Trump un peligro para la democracia y la subsistencia del Partido Republicano, han empezado a salir en público y hacer donaciones a los esfuerzos de esos desafectos al trumpismo .
Lema del grupo rvat
“Yo votaría a un sándwich de atún antes que por Donald Trump”
Entre los beneficiados se encuentra el colectivo Republican Voters Against Trump (RVAT), que cuenta con más de 300.000 miembros y capacidad para sufragar campañas para su misión lanzada bajo un lema: “Yo votaría por un sándwich de atún antes que por Donald Trump”.
Se definen como republicanos, exrepublicanos, conservadores y antiguos votantes de Trump que están tan disgustados y que no dudarán en apoyar a Joe Biden.
Entre sus creadores se encuentran la estratega republicana Sarah Longwell, Tim Miller (excolaborador de Jeff Bush) y el escritor y comentarista Bill Kristol, que fue director de The Weekly Standard , cerrado en el 2018 por la pérdida de financiación a causa de las reiteradas quejas de Trump.
Su labor publicitaria se centra en difundir historias reales, de personas identificadas, que votaron en su día por Trump y que están totalmente desengañados. Coinciden casi todos en que el próximo 3 de noviembre no apoyarán a un candidato republicano por primera vez en su vida.
El consultor político y autor Stuart Stevens escribe, a partir de un avance de su próximo libro It was a lie (Fue una mentira), que “la característica más distinguida del actual Partido Republicano es la cobardía”. Y añade: “El precio base de admisión es la voluntad de aceptar el liderazgo de un mentiroso patológico e inestable fingiendo todo lo contrario”. Stevens es uno de los afiliados a The Lincoln Project, el grupo cuya oposición republicana contra Trump más está resonando.
Como explica Max Boot, otro de sus integrantes y uno de los que más desquicia al inquilino de la Casa Blanca, este colectivo lo fundaron en el 2019 cuatro republicanos de los que se describen como pata negra : George T. Conway III, Steve Schmidt, John Weaver y Rick Wilson. Dadas sus circunstancias familiares y a su acerada pluma, el más renombrado es Conway. Su esposa, Kellyanne Conway, es una de las asesoras fieles de Trump.
“Es más que solo el narcisismo lo que impulsa a este presidente en quiebra. Por difícil que pueda ser, incluso los narcisistas extremos tienen conciencia”, sostiene Conway en uno de sus habituales artículos dedicados a Trump.
The Lincoln Project ha logrado relevantes impactos mediáticos. Al propagarse el virus sin freno hicieron una versión del “Amanece América”, uno de los anuncios de Reagan con más éxito, bajo el título “Llora América”. Las escenas de felicidad se convirtieron en muerte y ciudades sin vida.
También han hecho parodias de Trump cogiendo un vaso con las dos manos o de su reciente test sobre demencia con su frase para la historia “ Person, Woman, Man, Camera, TV ”.
Con información de: www.lavanguardia.com/
Deja una respuesta