La dramática escasez de combustible en Venezuela, que se vive a partir de la declaratoria del Estado de Alarma por la pandemia de coronavirus, se está cobrando las vidas de muchas personas que no tienen medios para trasladarse hacia los centros asistenciales a fin de recibir atención médica oportuna.
La secretaria general nacional de Acción Ciudadana en Positivo (ACEP), Griselda Reyes, denunció que dos niños de la etnia Yukpa, asentada en la Sierra de Perijá, estado Zulia, al occidente de Venezuela, resultaron mordidos por serpientes mapanares en hechos aislados y ante la insuficiencia de gasolina y la falta de suero antiofídico, uno de ellos identificado como Jesús Akchi Pico, de 12 años, perdió la vida.
“Recibimos la información según la cual el pasado viernes 1º de mayo, el niño Jesús Akchi Pico fue mordido por una mapanare en la comunidad de Santa Catalina mientras trabajaba la tierra junto a su familia. Eso está a seis horas de distancia del poblado del Tukuko. No pudo recibir atención médica oportuna porque no había gasolina para trasladarlo al hospital. Apenas el domingo 3 de mayo lo pudieron evacuar hacia el ambulatorio del Tukuko, pero allí no tenían el suero antiofídico para suministrárselo”, relató la líder del partido de los ciudadanos.
Quienes asistieron al menor se las ingeniaron para llevarlo hasta el Hospital tipo II Nuestra Señora del Carmen en Machiques de Perijá, pero allí tampoco cuentan con el antídoto para contrarrestar la acción del veneno. De allí fue remitido hasta Maracaibo, donde a pesar de los esfuerzos médicos, falleció el lunes 4 en el Hospital Universitario.
“Las comunidades indígenas de Venezuela siguen formando parte de esa población más vulnerable –que incluye a neonatos, niños, adolescentes, mujeres embarazadas y ancianos–, y que en los últimos meses han visto recrudecer su situación de supervivencia por la escasez de combustible. No es posible que en nuestro país un niño muera por falta de atención al no haber gasolina y más insólito aún es que en esas zonas donde viven serpientes venenosas, no exista el antídoto necesario”, sueros que además produce el Centro de Biotecnología de la Facultad de Farmacia de la Universidad Central de Venezuela (UCV).
La también empresaria lamentó las carencias que sufren todas las comunidades indígenas del país, particularmente de la Sierra de Perijá, sometidas al abandono por un desgobierno que los incluyó en la Constitución Nacional de 1999, para luego violentarles todos sus derechos fundamentales.
El segundo caso, se registró el 6 de mayo en la comunidad de Arabo a 20 kilómetros de la misión del Tukuko. Afortunadamente había una motocicleta con gasolina en la cual fue trasladado el menor de edad hacia el Tukuko. De allí fue remitido al hospital de Machiques y de Machiques al hospital Chiquinquirá en Maracaibo, donde se recupera satisfactoriamente.
Finalmente, Reyes lanzó un llamado a quienes dicen ostentar el poder a nivel nacional, regional y municipal, a que volteen la mirada hacia estas comunidades tradicionalmente olvidadas. “Son ciudadanos venezolanos, con los mismos derechos que nosotros. No hay excusa alguna que justifique la muerte de un ser humano y menos la de un niño. Ya basta de tanta negligencia”.
En Venezuela abundan las serpientes y los escorpiones. Aquí hay cuatro tipos de culebras venenosas: la coral o coralillo; la cascabel; la mapanare –que es la que más accidentes provoca en Venezuela porque es muy agresiva–; y la cuaima, matacaballo o concha e piña.
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