La aparente calma poblacional en torno a la realidad política del país, no abona un buen presagio para el gobierno nacional de cara a las elecciones presidenciales del 2024.
Si bien los opositores han asumido con estoicismo la inhabilitación de sus preferidos, tal actitud no es más que la espera silenciosa a la oportunidad de dar el zarpazo, el golpe de timón que daría al traste con la desastrosa gestión pública de Nicolás Maduro y sus correligionarios.
El año escolar arranca con un paro de maestros a causa de un salario que no alcanza ni para cubrir su transporte, y al deterioro de las instalaciones educativas que dan cuenta del abandono y desinterés del estado por la educación de nuestros hijos.
Así mismo, el despliegue de 11 mil efectivos militares para resolver una situación irregular en el Penal de Tocorón, no logra disimular el afloramiento de la dejadez con la que la actual gestión del Estado ha venido manejando sus obligaciones administrativas.
Hoy, resulta tan oneroso el pago de peajes en las vías nacionales que el salario percibido por los trabajadores públicos, léase, maestros, médicos, enfermeras y demás funcionarios resulta insuficiente para cancelarlo y si muchos permanecen en esas funciones es por la caja de proteína y la del Clap que reciben sin lo cual, no podrían subalimentar a sus familiares.
Esa es la cotidianidad del funcionario público y el gobierno está claro que no puede hacer depender su reelección de ese abuso, por eso viaja a China en busca de recursos, por eso distrae al capital nacional con las zonas económicas especiales, quizás por eso no anuncian la fecha definitiva de la elección presidencial, y tal vez por eso el Presidente no asiste a la Asamblea de las Naciones Unidas donde sus colegas seguramente le indagarían sobre las garantías comiciales del 2024, verdadero coco que no deja descansar a Maduro y sus asesores.
Saludos
IG:@rafaelnegroblanco
X:@rnegroblanco
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